Quinta Marín-Ibáñez, patrimonio identitario de San Isidro

Quinta Marín-Ibáñez, patrimonio identitario de San Isidro

Entrevista a la arquitecta Marcela Fugardo y al doctor Oscar De Masi, autores del Libro digital, PDF – Quinta Marín-Ibáñez, patrimonio identitario de San Isidro: notas históricas y estéticas, editado por la Universidad de San Isidro. En este predio histórico, compartido por el  Colegio «Carmen Arriola de Marín« y la Universidad de San Isidro, descubrimos que el edificio del castillo es un símbolo en sí mismo de las transformaciones y las rupturas que a finales del siglo xix ocurrieron en el paisaje de San Isidro y de otros pueblos suburbanos (como Olivos, Lomas de Zamora, Adrogué o San Fernando), que fueron alejándose de la arquitectura colonial e italianizante para adoptar unos lenguajes pintorescos provenientes del ferrocarril.

–¿Cuál es la historia de la Quinta Marín-Ibáñez?

Oscar De Masi: –A finales del siglo xix, cuando las barrancas de San Isidro eran sitios elegidos por la alta burguesía de Buenos Aires para pasar los veranos y edificar allí sus quintas de recreo, con las amplias visuales hacia el Río de la Plata, en ese momento el matrimonio formado por Plácido Marín y Andrea Ibáñez decidió adquirir el enorme terreno y construir su casa suburbana, con un lenguaje que evoca un castillo de inspiración inglesa. Pero la dueña de casa falleció a comienzos del siglo xx y el viudo decidió que ya no era un lugar apto para sus ocios de verano, y la donó con fines educativos a la Iglesia Católica.

Quinta Marín-Ibáñez, patrimonio identitario de San Isidro

¿Por qué la han elegido para escribir este libro que incorpora notas sobre su historia y estética? 

Marcela Fugardo: –En mi caso, como vecina de San Isidro y estudiosa de su arquitectura patrimonial, siempre me ha fascinado ese edificio tan fantasioso, ubicado en la cresta de la barranca y bien visible desde la Avenida del Libertador. Si bien sabía que allí funciona el Colegio Marín desde 1912 y que luego se instaló la USI, me interrogaba frecuentemente acerca de su historia anterior, cuando era una quinta de veraneo. Por eso decidí investigar esa historia, asociándome a uno de los expertos en patrimonio más rigurosos (y, en especial, en lo atinente al léxico de la arquitectura neogótica, que no todos manejan), que es el profesor Oscar De Masi. Además, dado que el Centro de Guías de San Isidro (del cual soy vicepresidenta) suscribió un convenio con la USI para visitar el castillo, me interesaba colaborar con mis colegas guías de turismo ofreciéndoles un compendio de historia y de estética del lugar

Oscar De Masi: –Coincido con Marcela Fugardo y creo que, si bien existe bibliografía acerca del Colegio Marín, sin embargo, el castillo y otros edificios accesorios, lo mismo que algunos monumentos situados en el predio, merecían un estudio histórico y estético más especializado.

–¿Qué valores han quedado grabados en los educandos que han pasado por esta institución educativa y qué rescatan en el libro? 

Marcela Fugardo: –En rigor, nuestro estudio no avanza sobre la historia del colegio, apenas si nos referimos a la ceremonia de inauguración, que fue magnífica y convocó a todo San Isidro. Pero apelando a la memoria de uno de sus egresados, el Padre Pedro Oeyen, nos enteramos de que el autor de la leyenda epigráfica del monumento a Plácido Marín fue uno de los docentes del colegio. Ese dato nunca se había conocido antes. Y fue un ex alumno quien lo atesoró y lo compartió.

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–¿Qué símbolos del edificio consideran valiosos por su importante mensaje patrimonial?

Marcela Fugardo: –Hemos desentrañado, por fin, el misterio de las iniciales que están colocadas en el coronamiento del portón de acceso de hierro, que equivocadamente se cree que aluden a “Arriola de Marín” (la madre del donante del predio), pero en rigor se refieren a “Andrea Ibañez de Marín”, la propietaria, fallecida prematuramente. Vale decir que estamos recuperando una memoria femenina omitida durante décadas. También hemos señalado una nota de arqueología urbana, al descubrir una portezuela original de servicio, solidarizada ahora con la verja.

Oscar De Masi: –Creo que además del símbolo del monograma que señaló Marcela, que es tan identitario, yo diría que todo el edificio del castillo es un símbolo en sí mismo de las transformaciones y las rupturas que a finales del siglo xix ocurrieron en el paisaje de San Isidro y de otros pueblos suburbanos (como Olivos, Lomas de Zamora, Adrogué o San Fernando), que fueron alejándose de la arquitectura colonial e italianizante para adoptar unos lenguajes pintorescos provenientes del ferrocarril.

–Es interesante descubrir un edificio como este, que cuenta con un entorno paisajístico tan bello… ¿Qué espacios se destacan?  

Marcela Fugardo: –El entorno paisajístico es una parte esencial de este tipo de arquitecturas pintorescas y festivas, libradas de la rigidez de las medianeras urbanas, que abundaban en el Pago de la Costa hasta hace unas décadas. Lamentablemente, no sabemos quién diseñó el enorme parque, que posee un mirador, unos bancos y una barandilla en lenguaje rústico. Por otra parte, dado que la casa principal tiene accesos por los cuatro flancos, es un hecho notable esa comunión de arquitectura y jardín que dialogan amistosamente, muy propias del romanticismo en sus versiones vernáculas. Especialmente se verifica en los flancos laterales, que son galerías abiertas al parque.

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¿Qué valor patrimonial tiene el “castillo”? 

Oscar De Masi: –Si bien no goza de ninguna declaratoria municipal, ni provincial ni nacional, es sin duda un bien de alto valor patrimonial, tanto por la memoria intangible que atesora (de sus propietarios originales y del establecimiento que lo recibió en donación al servicio de la educación) como por su fuerte identidad arquitectónica, que lo convierte en un raro espécimen y en un testimonio aún en pie de la época dorada de las quintas de San Isidro. Es de algún modo una reliquia de aquel San Isidro que ya no existe.

Marcela Fugardo: –Claramente es uno de los edificios más bellos y más extraños del partido, y que ha llegado hasta nuestros días en condiciones de notable autenticidad material. De ahí el mérito, tanto del Colegio como de la USI, en haberlo preservado con tanto esmero. Sería deseable en este sentido que todo el alumnado, los docentes y el personal administrativo aprendan a conocerlo y a quererlo.

–¿Qué importancia le otorga la intendencia de San Isidro al Turismo y a la Cultura de San Isidro y cómo se posiciona este texto en la descripción de un lugar valioso por el tesoro de su patrimonio e historia? 

Marcela Fugardo: –San Isidro tiene no solo un área de Turismo Municipal, sino una larga tradición de servicios turísticos, a causa de los atractivos que ofrece a los visitantes en materia de patrimonio cultural y natural. Las barrancas han sido siempre un sitio de enorme belleza. Quien llegue a nuestra ciudad podrá disfrutar gratuitamente de las visuales del río que ofrecen los miradores panorámicos, las mismas visuales que pudieron contemplar los visitantes de antaño. Y podrá visitar también nuestros museos y otros lugares de interés, como la Catedral neogótica. Además, el Centro de Guías de Turismo de San Isidro, que el año próximo cumple 40 años, trabaja en conjunto con la Municipalidad para ofrecer sus servicios a la comunidad.

–¿Qué mensaje le brindan a quienes quieran realizar tanto un circuito turístico como de estudio?  

Oscar De Masi: –Que estén atentos a la próxima visita que organizará el Centro de Guías de San Isidro… y que lean previamente el libro. Van a aprovechar mejor la experiencia de la visita.

Marcela Fugardo: –Los esperamos en la próxima visita a mi cargo, a comienzos del 2022. Los recorridos al mismo sitio nunca son iguales.

 Patricia Ortiz 

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