La bronquiolitis es una infección que afecta las vías respiratorias de los más pequeños, especialmente alrededor de los dos años. La llegada del frío en los meses de otoño e invierno también trae consigo el aumento de diagnósticos de esta enfermedad.
Desde su dirección médica, OSPAÑA informa que los virus que causan la bronquiolitis se contagian a través de la tos o los estornudos de los adultos y que, al principio, los síntomas se manifiestan como los de un resfrío común.
Entre ellos encontramos la congestión nasal, sibilancias o silbidos en el pecho o fiebre. Es muy común percibir una respiración ruidosa o acelerada, hundimiento o retracción de la piel entre las costillas al inspirar o exhalar el aire. Estos episodios pueden producir dificultades para alimentarse o conciliar el sueño y, en casos más severos, el paciente puede presentar apneas (pausas en la respiración) y cianosis (coloración de la piel azulada).

La mejor forma de prevenir la bronquiolitis es evitar el contacto con personas resfriadas y, en lo posible, el humo del cigarrillo, sahumerios u hogares a leña. Asimismo, es fundamental ventilar a diario el ambiente donde se encuentran los niños —y fomentar la lactancia materna—.
La bronquiolitis debe ser tratada por un médico especialista y no con descongestivos, jarabes para la tos, expectorantes o mucolíticos. Si un niño presenta tos, respiración ruidosa, agitación, u alguno de los síntomas antes mencionados, los padres deben consultar con su pediatra a la mayor brevedad posible.
Patricia Ortiz
Corrección: Ailén Hernández
Crédito fotográfico: Hospital Garrahan y Universidad de la Sabana