OSPAÑA y la alimentación de los niños en la primera infancia

OSPAÑA y la alimentación de los niños en la primera infancia

En la Argentina, por consenso médico, la inclusión de alimentos semisólidos en la alimentación de los niños está indicada a partir de los seis meses de vida, para complementar la lactancia. Desde la Dirección Médica de OSPAÑA —a cargo de la doctora Susana Mazzarino— agregan que este tipo de alimentos son considerados complementarios hasta los dos años de edad, ya que el aporte principal de nutrientes está dado por la lactancia materna. Es fundamental, por lo tanto, que el plan de alimentación esté supervisado por un pediatra; así se consigue una alimentación adecuada y variada.

La incorporación de alimentos semisólidos es progresiva y depende, muchas veces, de las necesidades de cada bebé, que durante esta etapa se va familiarizando con texturas y sabores. Se recomienda, de todas formas, incorporar a su dieta un alimento por vez para que pueda identificarlos e ir familiarizándose con ellos. Otra de las razones es que así resulta más sencillo detectar si el bebé presenta intolerancia a algún alimento.

En esta etapa en la que el niño va creando su propio espacio de reconocimiento es fundamental establecer un cronograma de horarios que le permitan generar un hábito con respecto a las comidas. Los pequeños, por ejemplo, suelen preferir los sabores dulces y rechazar los amargos —algo que se ve reflejado en sus reacciones al recibir los alimentos— aunque terminan aceptándolos luego de varios intentos. En caso de que el niño lo necesitara, pueden añadirse azúcares —en mínimas proporciones— a la leche o bien aceite, huevo o manteca a las comidas, pero nunca sal. De todas formas, es importante evitar que el niño se acostumbre a los alimentos condimentados ya que esto puede provocar que luego no quiera recibir otros sin agregados.

Entre las recomendaciones alimentarias brindadas por OSPAÑA se encuentra el siguiente plan: incorporar los purés de frutas a los cinco o seis meses —banana y manzana son los más demandados—; luego los purés amarillos (zapallo y zanahoria) y, por último, el de papa. A los seis meses ya pueden agregarse los cereales cocidos —mezclados con leche o caldo— y a los siete meses el hígado y el pollo, que se unen a los vegetales cocidos en forma de puré. Cumplidos los ocho meses se agregan las pastas, el huevo y las legumbres bien cocidas. Alimentos como la frutilla, el chocolate y la miel, entre otros, no pueden añadirse hasta cumplido el año de vida.

Por último, se recuerda a los padres que lo más importante es que tanto los alimentos semisólidos como los sólidos sean de fácil digestión y que sean lo más variados posible para ir brindándole al bebé los nutrientes de los alimentos que complementan los que recibe de la leche materna. Es una etapa fundamental para su desarrollo y crecimiento, por lo que las consultas regulares al pediatra para armar un plan alimentario y ver su evolución son muy importantes.

Patricia Ortiz

Corrección: Ailen Hernández 

Crédito fotográfico: Foto de Bebé creado por freepik – www.freepik.es

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