La Celda de San Martín es uno de los espacios históricos que exhibe la ciudad de San Juan. En esta celda, ubicada en el Convento de Santo Domingo, se hospedó el Padre de la Patria durante su breve estadía en 1815.
Al llegar a la ciudad de San Juan —proveniente de Mendoza— San Martín decidió alojarse en el Convento de Santo Domingo, perteneciente a la orden delos frailes dominicos. Las habitaciones de los frailes eran conocidas como “Celdas”, y fue el prior -el superior- de la Orden quien le cedió la suya —laCelda Prioral— al Libertador durante esos días.
El recorrido comienza bajo una gran galería. Allí se extiende, a lo largo y hasta el último arco, la Declaratoria Monumental. «La Celda Histórica y la galería del Convento fueron declaradas como Monumento Histórico Nacional en 1941 por dos razones”, comenta Natalia Sánchez, guía que acompaña a los visitantes. “Primero, porque es una edificación colonial, con sus muros de adobe y mobiliario original. Su construcción data de finales del siglo XVI —1596— y ha sobrevivido dos terremotos importantes: los de 1894 y 1944. El resto del edificio pertenece alactual convento”, completa, y continúa con la explicación: “El segundo motivo esque aquí se alojó el General José de San Martín cuando llegó a la provincia. Aquí planificó durante cuatro días la actuación militar del Ejército Cazador de los Andes ante una posible invasión realista que podía ingresar desde Chile, ya que San Juan no contaba con defensas que pudieran resistir ese embate”.
Pero durante esos días, el Libertador no solo estudió las condiciones de la Ciudad de San Juan y lospasos cordilleranos, sino que se reunió con importantes personalidades como Francisco Laprida, Fray Justo Santa María de Oro, el Teniente Gobernador José Ignacio de la Roza y, por supuesto, el comandante Juan Manuel Cabot, para buscar el apoyo de la provincia en la gesta libertadora de Chile y el Alto Perú. Esta reunión tuvo lugar en la Sala Capitular del Convento el 9 de Julio de 1815, justo un año antes de nuestra Declaración de Independencia. “San Martin estuvo aquí dos veces”, explica Sánchez, “la primera intentó convencer a Don Ignacio de la Roza, de que no se separara de las provincias cuyanas porque no era conveniente. Solo en la segunda oportunidadse hospedó en la celda”.
Sánchez señala a continuación los tres olivos de más de trescientos años que se mantienen en pie en el patio del Convento y el algarrobo en el que SanMartín ataba su mula. Son datos que pueden parecer insignificantes, pero que nos muestran el lado más cotidiano y cercano del Libertador, a quien solemos imaginar montado a caballo cruzando Los Andes, batallando, pero nunca realizando estas actividades propias de su época. Saber que por esos pasillos caminó San Martín hace que nos recorra de pronto un pequeño escalofrío por laespalda: hace 200 años él ataba ahí su mula y dormía en la cama de la Celda Prioral.
Otro elemento destacado son las dos grandes campanas que siguen vigilando el patio del Convento desde uno de sus laterales y que anunciaron en 1778 la victoria en la batalla de Chacabuco —y que coincide, sorprendentemente,con el año en el que nació el Libertador—.Al ingresar a la galería, se puede ingresar a la Celda Prioral, en la que se conserva el mobiliario de la época. Allado se encuentra la Sala Capitular, que a lo largo de su historia ha sido sede de importantes reuniones —la de San Martín con De la Roza, Laprida y Fray JustoSanta María de Oro es una de esas tantas—. “En este lugar el Libertador sereunió también con Don José Clemente Sarmiento, un gran conocedor del terreno montañoso”, completa Sánchez.
Hoy nos enorgullece poder recorrer este Monumento Histórico para reconstruir algunos fragmentos de la relación entre la provincia de San Juan y el Libertador. El aire tranquilo y la sencillez de esta galería, de este patio en el que San Martín apostaba su mula al llegar, invitan a la reflexión. Estamos ante la Sala en la que el prócer proyectó junto a sus aliados uno delos seis ejércitos que cruzaría luego la Cordillera de los Andes para laCampaña Libertadora de Chile y el Alto Perú.
Patricia Ortiz
Crédito fotográfico: Caminos Culturales
