Gimena Gómez es una joven sanjuanina que ha construido en Jáchal los pilares que sostienen su día a día a través de la enseñanza y la difusión de la danza árabe en el Instituto Modern Dance, dirigido por César Matías Castro. Las calles de Jáchal son el escenario de su recorrido hacia el instituto desde hace ya siete años: proyectos, anhelos y muchas horas dedicadas a nuevas capacitaciones, cursos y el dictado de clases acompañan sus pasos.
Al hablar sobre danza árabe y sobre lo que significa transmitir lo que ha ido aprendiendo, la expresión de Gimena se transforma, le brillan los ojos. “Me gusta la carrera que he elegido y es un desafío diario porque tengo diversos grupos: niñas y niños de cuatro o cinco años, un grupo infantil, otro juvenil y uno de adultos”, afirmó la joven. Además, explicó que el 2020 no solo fue difícil por no poder hacer las clases presenciales sino también porque no todas las personas tenían acceso a una buena conexión de wifi y quizás no podían unirse a las clases en línea.
A día de hoy, las clases presenciales se van recuperando, regresan los antiguos alumnos y aparecen nuevos. “En el Instituto se dictan cursos de danza clásica, danza contemporánea, danzas folklóricas, expresión corporal y tango. Jáchal celebra todos los años la Fiesta de la Tradición y el instituto es pionero en el dictado de clases de folklore; después llegó la academia de danza árabe y así llegaron más tarde las danzas contemporáneas, el baile urbano, el clásico. Al principio fue difícil sumar alumnas en estas prácticas por lo arraigado del folklore, pero poco a poco se fueron anotando muchas niñas y adolescentes”, detalló Gimena. Y en cuanto a la danza árabe, agregó que es una disciplina que se va descubriendo poco a poco porque es una cultura totalmente distinta la que se abraza.
“Transmito la técnica con pasión y alegría, buscando que las chicas encuentren una conexión con sí mismas y con su feminidad, dejando de lado estereotipos relacionados con la perfección del cuerpo, la belleza o la capacidad. Además, cada persona tiene su estilo”, afirmó la joven, entusiasmada. Otra cosa para destacar es que, según explicó, existen tantas danzas como países árabes, es decir, cada país posee una o más danzas propias. El instituto hoy enseña bellydance y algunas técnicas fusionadas como el belly samba o el tango oriental.
Todos los 29 de abril se celebra el Día de la Danza y la Intendencia de Jáchal, a cargo de Don Miguel Vega, organiza un encuentro en el que se presentan todos los institutos del departamento. Durante la Fiesta de la Tradición se realiza también un cuadro que fusiona el folklore con lo contemporáneo y es allí donde aparece el Instituto Modern Dance con sus propuestas. “En cuanto a mis objetivos, siempre están las presentaciones o competencias que le dan visibilidad a la danza y a las bailarinas. También me gusta mostrar los hermosos lugares que tenemos aquí, otros años hemos tenido muy buenos resultados en actos y festivales y ojalá pronto podamos volver”, manifestó Gómez.
Con respecto a la virtualidad, en su caso sirvió para tomar seminarios en línea con el maestro Amir Thaleb: “la pandemia nos abrió las puertas a clases virtuales con grandes profesores a las que, de otro modo, no hubiésemos podido acceder”. Asimismo, en julio de este año el instituto participó en una competencia virtual en la se presentó una coreografía a cargo de Agostina Páez ambientada en una casona de Niquivil con el hermoso paisaje jachallero de fondo.
Gómez tiene como referente a la Escuela de Danzas Árabes de Saida, en Buenos Aires, pero también se inspira en el antiguo Egipto para crear las coreografías que enseña a sus alumnos y que baila en sus propias presentaciones. El baile conocido como saidi egipcio es el que más le agrada porque es muy terrenal, popular y se baila en la calle, ya que “surge de la cotidianidad y de la vida de la gente del pueblo; el bellydance es un baile más estilizado”. En los escenarios, lo que no puede faltar es el sonido del famoso derbake, instrumento de percusión propio de los ritmos árabes. “Conectarme con los cortes en cada golpe del instrumento implica trasladar los movimientos viscerales que surgen para marcarlos en el momento justo”, manifestó Gómez.
En cuanto a los elementos con los que cuentan las bailarinas para desplegar su expertise, la joven explicó que el velo es el primero que se percibe y que es “una extensión de nuestros brazos, con él expresamos u ocultamos, nos dejamos ver o lo desplegamos: es misterioso y seductor, pero a la vez nos da libertad y crecimiento”. La danza árabe también incorpora bastones como los que se utilizan en el tradicional saidi. Por su parte, el sable expresa firmeza y precisión: “entre los diversos relatos sobre su origen, elijo contar el de los guerreros que, al llegar muy cansados a sus casas, trasladaban el poder a las mujeres. En caso de tener que defender a su familia, el sable ofrecía firmeza, precisión y seducción”, destacó.
Alas de Isis, abanicos, lentejuelas, maquillaje, colores, brillos, abanicos, pies descalzos y magníficos atuendos le dan a esta danza una particularidad: interpela a todos los sentidos. “Podría decir que es una danza en la cual se disocia el cuerpo para asociarlo nuevamente en una explosión de movimientos fluidos, ondulatorios, cortados o vibratorios y que a través de ellos nos conectamos con nosotros mismos y expresamos lo que sentimos. Nos lleva a un lugar diferente y descubre nuestro lado femenino. Bailar me da paz y tranquilidad”, concluyó la joven.
Patricia Ortiz
Corrección Ailen Hernández
Crédito fotográfico: Gimena Gómez
