Museo de La Carolina en San Luis

Museo de La Carolina en San Luis

Entrevista al profesor José Villegas, director del Museo de la Poesía Juan Crisóstomo Lafinur.
José Villegas es  investigador, historiador y docente. Es Director del Museo de la Poesía, creado en homenaje al «Señor de las ideas», el dilecto hijo de La Carolina, cuyos restos fueron repatriados en el año 2007 por el Gobierno de San Luis.

¿Quién fue Juan Crisóstomo Lafinur?

Juan Crisóstomo Lafinur fue un puntano ilustre, ideólogo, político;  y  uno de los más grandes docentes que tuvo nuestro país. Se destacaba por ser un educador nada ortodoxo. Nació en el Valle de La Carolina, el 27 de noviembre de 1797. Es el arquetipo del puntano y  merecedor de la gloria eterna. Su efímera vida fue truncada a los 27 años.

¿Quiénes siguieron su filosofía?

Los amantes de la libertad, de la filosofía despojada de  trabas; lo que se llamó el escolasticismo de su época. Pertenecía a una escuela que estaba encasillada en una forma específica: eran escolásticos y nada más.  Sin ser  ecléctico, Lafinur  toma conceptos de los iluministas de ese tiempo y al mismo tiempo dispara el sensualismo y la ideología; es el primer filósofo argentino porque hace una combinación entre teoría y práctica, pero en esa época era condenarse al escarnio. El joven niño fue perseguido, exiliado y su muerte fue misteriosa.

¿Cuándo fueron repatriados sus restos?

Lafinur murió en Chile el 13 de agosto de 1824 y sus restos fueron repatriados en la misma fecha del año 2007 por el Gobierno de la Provincia de San Luis.   El dejó una huella importante en nuestra historia, debido a su espíritu revolucionario y combativo contra el régimen colonialista. Estuvo 183 años en el exilio y considero que debe destacarse la figura de un hombre de su talla, que incorporó teorías inspiradas en Locke o Rousseau. La repatriación de los restos  es el resultado de una intensa lucha que llevó más de un centenar de años de gestiones entre Chile y Argentina. Hoy, el hijo del Valle de La Carolina descansa en la casa que lo cobijó en su infancia.

¿Dónde se encuentra su casa natal?

En La Carolina. Sus padres habían llegado en el año 1797, atraídos por la explotación del oro.  Sus primeros años de vida transcurrieron en la casa donde actualmente se encuentra el complejo histórico cultural: Museo de la Poesía

¿Es un lugar en el que se lo recuerda?

Si. Hemos querido devolver la sensibilidad que lo caracterizó y que plasmó en su obra despojada de prejuicios.  En el Museo de la Poesía se reflejan las etapas de su vida como poeta y filósofo.  En la Biblioteca se encuentran más de 150 manuscritos y poesías escritas por él.

¿Hay obras de otros poetas en el Museo?

Si. Hay poemas de Jorge Luis Borges, que era sobrino nieto de Lafinur, y de otros que le rindieron homenaje como Antonio Requeni, Fernando Sánchez Zinni o Rodolfo Braceli.

Es usted un gran estudioso de su obra. ¿Qué otras actividades destaca en su corta e intensa vida?

Encontré su nombre en el Diccionario de Filosofía , el más prestigioso de habla Hispana, cuyo autor es José Ferrater Mora. Lafinur es citado junto a  José Ingenieros, Alejandro Kor, Risieles Frondizi y Mario Bunge. Muchos años más tarde,  Jorge Luis Borges, le dedicó su ensayo «Nueva refutación del tiempo» y publicó en «La moneda de hierro» (1976), un soneto en su honor. Una de las grandes proezas del poeta fue convertirse en el primer docente que ganó su cátedra por concurso.

¿Por qué su estilo era rechazado o conflictivo?

Enseñaba Filosofía como una disciplina que no dependía de la religión, pero  su decisión de dejar de impartir, por primera vez, los cursos de esa disciplina en latín, produjo  el enfado de religiosos y otros estudiosos. El rechazo y los reclamos hicieron  que tuviera que renunciar y trasladarse a Mendoza, donde continuó su lucha para reformar la enseñanza, pero también aquí su línea de pensamiento chocó con el conservadurismo existente.



¿Y qué me dice del «Lafinur masón»?

¡Esta es otra veta que definía su personalidad! El se permitiría  citar a la logia que estuvo ocultada por muchos años: así tan fácil la exponía. Las miradas suspicaces y las posiciones fundamentalistas desde el punto de vista religioso intentaban obstruir su postura. Era una sociedad cerrada y Lafinur intentó abrirla para despojarla de prejuicios. Hoy reconocemos su actitud y le rendimos homenaje.

¿Cómo murió?

Hay  varias hipótesis. Nuestra investigación aún no nos ha brindado pruebas para definir cómo fue, pero si hay conjeturas que dejan abiertas las puertas a la  investigación, para no cerrarla en una simple caída.  Se trata de una muerte no natural, misteriosa: ¡un caballo que se encabrita y un hombre con la experiencia de haber combatido en  el Ejército del Norte a las órdenes del General Juan Manuel Belgrano, no es fácil de aceptar!.  Cuando cae se golpea el hígado con una piedra y  agoniza durante más de 10 días. No es posible que haya caído de una manera tan tonta.  En esa época  había sectores muy progresistas,  muy retrógrados que no lo querían.

¿Cómo llega a estas hipótesis de trabajo?

El  Obispo de Santiago estaba esperando esta investigación. Este  año  continuaré la investigación en Santiago de Chile. Me estableceré en esa ciudad porque nos  ha quedado un nudo en la garganta.

¿A qué otras ciudades lo ha llevado Lafinur?

Investigamos en Buenos Aires, en Córdoba en Mendoza. En otros lugares nos  cerraron las puertas. Obtuvimos la participación de La Universidad de la Plata del Museo Mitre, de la Biblioteca Nacional. Hemos andado bastante y fundamentado nuestros argumentos con pruebas.

¿En qué caso?

En el discurso del poder, en la manera en cómo Lafinur diferenciaba el concepto de discurso del poder en política.  Sostener que este filósofo se retractó de todo lo que dijo es un insulto a la política y para decir esto nos sustentamos en pruebas.

¿Cómo se aplicaría el discurso del poder en la política actual?

Le repito. Sostener que se retractó de todo lo que dijo y pensó es como un insulto a la inteligencia. Es como que el mismo hubiese dicho: «soy un estúpido». Lafinur era, hasta,  un poco soberbio para negarse a sí mismo. Fue crítico de la religión, y hablaba de los conceptos. No es lo mismo retractarse que intentar acercarse a otra línea de pensamiento.    En la provincia el discurso más progresista es el de un hombre que nos gobierna y  que se le asemeja mucho. Tira la idea y la baja a tierra. Piensa y con una sinceridad enorme, hace lo que dice.

¿Cual es el valor agregado que le aporta la dirección del Museo de la Poesía?

Valoramos que podemos investigar y hablar y a partir de allí la era de la transformación comienza. En la década del 80, San Luis era una aldea y hoy es una provincia pujante.

¿Podríamos hablar de  años de oscurantismo hasta que finalmente llega una etapa de renacimiento?

¡Si Así es! (dice el historiador José Villegas con entusiasmo).  Hubo en nuestra provincia años de estancamiento al que le siguieron otros años de Renacimiento y sobre todo, de crecimiento.  La casa natal de Lafinur, o mejor dicho, el proyecto de presentación se hizo de un modo en el que los restos de muro de pirca existentes permanezcan como impronta del pasado, del tiempo en que Lafinur vivió con sus padres y la época actual se marca con los materiales contemporáneos que integran el complejo.

¿Que se lleva  quien decide visitar el Museo de la Poesía?

Se lleva historia que es nuestra historia. Es el mejor homenaje que se le puede hacer a Lafinur. Fue un patriota desde el principio de la racionalidad; un patriota cabal.

¿Cómo se llama el libro que usted escribió a un año de la repatriación de los restos de Lafinur?

Mi libro fue presentado recientemente en El Museo de la Poesía que es el primero en el país destinado a cobijar obras literarias en homenaje al más grande poeta que tuvo la Provincia en el siglo XIX.  Lo titulé:  Juan Crisóstomo Lafinur: «El señor de las ideas» y recrea su vida en 224  páginas.

Esta obra tiene rigor histórico y cuenta con un apéndice documental con imágenes de ediciones originales, poesías inéditas,  manuscritos y  testimonios que dan fe de su trayectoria.

¿Recuerda alguna poesía ?

Si. «A una Rosa»

Señora de la selva, augusta rosa,

orgullo de septiembre, honor del prado,

que no te despedace el cierzo osado

ni marchite la helada rigurosa.

Goza más: a las manos de mi hermosa

pasa tu tronco; y luego el agraciado

cabello adorna, y el color rosado,

al ver su rostro, aumenta vergonzosa.

Recógeme estas lágrimas que lloro

en tu nevado seno, y si te toca

a los labios llegar de la que adoro,

también mi llanto hacia su dulce boca

correrá, probara, y dirá luego:

esta rosa está abierta a puro fuego.

*El Museo de la Poesía, es un homenaje del pueblo y del Gobierno de San Luis al pensamiento de este ilustre puntano.

*José Villegas es Profesor de distintas cátedras de Historia, Filosofía y Sociología en la Universidad Nacional de San Luis y  especialista en Historia Argentina, Latinoamericana y de Oriente Medio.

Patricia Ortiz

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