Entrevista a Boy Segovia

Entrevista a Boy Segovia

Boy Segovia fue el protagonista de Sarmiento, un acto inolvidable, que fue filmada en San Juan con actores y técnicos oriundos de la provincia cuyana. El actor estuvo presente en el Cine Gaumont y, con los nervios lógicos del estreno, habló de su trabajo.

Entrevista a Boy Segovia:

—¿Cómo desarrolló el trabajo actoral en Sarmiento, un acto inolvidable?

—Es un honor haberla presentado en Buenos Aires, una ciudad que tiene un encanto especial, el corazón de la Argentina, aunque creo que todas las provincias colaboramos para que Buenos Aires sea lo que es con los impuestos, con la producción, con nuestra cultura. Creo que si hacemos un recuento, hay muchos provincianos que viven aquí desde hace mucho tiempo.

—¿Cómo se sintió encarnando a Sarmiento?

—Fue una construcción lenta: yo quería lograrla tal cual la hice. Me ofrecieron un DVD con la película de Enrique Muiño, a quien conocí de pequeño, y dije: “No, déjenme hacer mi Sarmiento, déjenme que lo imagine, que vaya creciendo dentro de mí”. Me llevó tiempo; el guión es ingenioso, rico y bien nutrido de cosas que no se conocían, el final logra su cometido. Leí el guión y me contagió el texto en el que Sarmiento se dirige a los alumnos: “Hagan cosas, no se queden sin hacerlas. ¡Háganlo mal pero háganlo!”. Él tenía esa filosofía, esa fuerza y ese tesón que debí transmitir.

—¿Cuál es la parte que le costó más?

—No me acuerdo. Quizá hubo momentos en los cuales el clima de enero, abrazado por el sol de San Juan, se sumaba al maquillaje, al traje y me pregunté: “¿Para qué me metí en camisa de once varas?”. Pero luego volví a la carga y llegué al final.

—¿Fue difícil ser el hombre dueño de una personalidad muy discutida?

—En nuestro país, hay gente que sobresale o no se la nombra como prócer. Hablo de Carlos Pellegrini, Mariano Moreno, y la pregunta es: ¿cómo se juzga a la gente? ¡Haciendo un balance! Sarmiento tenía mal carácter, le gustaban las mujeres, pero como presidente hizo más de ochocientas escuelas, caminos, ferrocarriles, creó el telégrafo, apuntó a la educación y fue un hombre de acción. Si de diez puntos acertó cinco, con eso me conformo.

—El título de la película es Sarmiento, un acto inolvidable, ¿qué ha sido inolvidable para usted?

—Si le digo, abro la puerta y le cuento el final… Lo que me ha quedado a mi no me interesa tanto como conocer lo que le ha quedado al público que la vio.

Patricia Ortiz


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