En Semana Santa, la Capilla de Achango, un tesoro de adobe en el corazón de Pismanta

En Semana Santa, la Capilla de Achango, un tesoro de adobe en el corazón de Pismanta

Los devotos que llegarán desde remotos parajes cordilleranos hasta el Valle Longitudinal de Rodeo para rendirle homenaje a la Virgencita del Carmen en la Iglesia de Achango, divisan desde lejos sus blancas paredes brillando en la cima de la lomada y recortándose en el celeste profundo del cielo. Y eso mismo experimentarán en Semana Santa, los turistas que se acercan, curiosos, a este pequeño poblado de casas de adobe habitado por los descendientes de la familia fundadora, los Poblete Montesino.

Se dice que la imagen de la Virgen del Carmen llegó desde Cuzco —o desde Quito, no sé sabe con precisión— a finales del siglo XVIII y que fue entonces cuando los jesuitas construyeron la capilla. La historia dice también que la División del Norte del Ejército de los Andes, a cargo del comandante Juan Manuel Cabot, se encomendó ante esta Virgen antes de cruzar hacia Chile por el paso de Gauna —a unos 5000 m sobre el nivel del mar—.

Es la devoción a Nuestra Señora la que permite que este puñado de casitas de adobe perdure en esta apartada región, a 1790 m. de altura. El conjunto se completa con la sacristía, el campanario, algunos derrengados corrales y, un poco más abajo, el viejo cementerio. La capilla fue declarada Monumento Histórico Nacional hace ya varios años, en 1997, y recientemente recibió tareas de mantenimiento y reparación a partir de un proyecto de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño.

Capilla de Achango

Este tipo de construcciones de adobe tan características de la región tienen un valor patrimonial incalculable, porque nos permiten ver las técnicas que utilizaban entonces. La capilla posee gruesas paredes de adobe revocadas en barro y blanqueadas a la cal. Los rollizos del techo a dos aguas están dispuestos sobre un travesaño que funciona como tensor y todo está ligado con ataduras de tientos mojados que, al secarse, ajustan perfectamente la estructura.

La modestia de afuera es también la austeridad de adentro. Se cree que el altar, apenas ornado, es una muestra del altar doméstico o criollo propio de la Argentina de principios del siglo XIX. El piso es de tierra compactada con sangre de vaca, algo usual en aquellos tiempos para hacerlo más firme. Sin embargo, no podemos verlo porque está totalmente cubierto por alfombras bordadas a mano en lana de oveja y teñidas con tinte de retortuño —una planta característica de esa zona—.  

Capilla de Achango

Llegar hasta la Iglesia de Achango es una travesía que no solo permite conocer uno de los Monumentos Históricos Nacionales de la provincia de San Juan sino que invita a desconectar y a disfrutar del hermoso paisaje que se abre ante nuestros ojos, con vientos que llegan desde las montañas en forma de susurros. Al llegar, los perros guardianes les dan la bienvenida a los visitantes y los acompañan hasta la entrada de la Iglesia, donde el corazón sentirá la paz del lugar. Un cuidador abre las puertas y hace sonar las campanas. Y así comienza la experiencia.

Patricia Ortiz
Corrección: Ailen Hernández 
Crédito fotográfico: Caminos Culturales 

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