Agostina Páez, la joven que baila danza árabe en escenarios naturales de Jáchal, San Juan

Agostina Páez, la joven que baila danza árabe en escenarios naturales de Jáchal, San Juan

Agostina Páez es una joven que vive con su familia en Jáchal, histórica ciudad de la provincia de San Juan custodiada por las montañas y sus hermosos paisajes. El sol ilumina el día a día de los jachalleros y la tierra que habitan, un lugar en donde se encuentran cientos de historias como la de Agostina.

La adolescente comparte con Caminos Culturales lo que significa para ella cada movimiento de esta danza oriental —llamada Raks Sharki en los países árabes y que llegó a nosotros como danza del vientre—: “Empecé a los trece años a emocionarme con cada paso. Tiene mucho misterio y combina distintos movimientos, ritmos y estilos que transmitimos al abrir brazos, girar manos y dirigir nuestra energía al público. Las monedas y trajes confeccionados por mi modista Cintia Domínguez son muy  bonitos y se adaptan a cada coreografía. Yo elegí esta danza porque puedo transmitirle algo a las personas”.

Agostina Páez, la joven que baila danza árabe en escenarios naturales de Jáchal, San Juan

Páez cuenta con el apoyo de su madre —Marisel Páez—, su abuela —María Villalba— y el equipo del Instituto Modern Dance: su profesora es Gimena Gómez y quien dirige y está a cargo del espacio es César Castro, cuya dedicación a la hora de hacer un seguimiento a los distintos grupos para que reciban la mejor enseñanza es  fundamental. Quizás, en un futuro no muy lejano, los escenarios porteños y de otros países reciban a estas niñas jachalleras, que crecen con la ilusión de ser bailarinas profesionales.

Agostina está en séptimo año —o tercer curso del instituto—, es experta en chinchines y pronto comenzará usará candelabros y desplegará las Alas de Isis. «Me gustan los movimientos de manos y brazos; en especial cuando se elevan al cielo ya que es una forma de expresar mis sentimientos. Los movimientos de caderas son esenciales ya que con ellos vamos marcando los diferentes ritmos y dibujando la melodía; al internalizarlos y bailar nos olvidamos de las estructuras y los pasos fluyen uno tras otro a través de nuestro cuerpo, dejando ver nuestros deseos más íntimos», explicó con ilusión.

Agostina Páez, la joven que baila danza árabe en escenarios naturales de Jáchal, San Juan

Según contó la joven, en las clases también estudian la historia de esta danza milenaria nacida en Egipto y al hablar sobre el velo, elemento sagrado y misterioso, detalló: «es un elemento mágico, algo así como una extensión de mi cuerpo, con el que puedo dejarme llevar. En cuanto al origen de la Danza del Vientre; es algo incierto pero podemos decir que las sacerdotisas bailaban a orillas del Río Nilo, como símbolo de ofrenda a los dioses y a la fertilidad; de ahí su gran conexión con la tierra al bailar descalzas. Dentro de las Danzas Árabes tenemos una rica variedad de danzas folclóricas, populares, de fantasía; variedad de ritmos, elementos que es lo que realmente me atrapa», continuó con alegría.

María Villalba, su abuela y una mujer cuya familia es muy conocida en Jáchal, es la encargada de filmar los pasos de su nieta en el patio de su casa. Ella es uno de los grandes pilares de Agostina, que quiere continuar su aprendizaje y formación para poder después  enseñar esta danza tan especial a otras niñas. El patio de su casa y los salones del instituto no son los únicos lugares que son testigos de los pasos de Agostina: la joven disfruta bailando en escenarios naturales de su tierra, como una vieja casona de Niquivil en la que improvisó un taxim, uno de sus estilos preferidos por su lentitud y cadencia.

Agostina Páez, la joven que baila danza árabe en escenarios naturales de Jáchal, San Juan

La Municipalidad de Jáchal, a cargo de Don Miguel Vega, apuesta por la cultura, el deporte y el teatro como actividades formativas para los jóvenes y es por eso que ha colaborado en la compra de los materiales para algunas competiciones de danza, aunque es una actividad privada. “Soñamos con viajar a otras localidades y sobre todo con llegar a Buenos Aires, sería muy lindo conocer a otras chicas que bailan lo mismo que nosotras”, contó Páez ilusionada.   

Desplegar las alas de Isis significa abrirle la puerta a los deseos y dejarlos volar: “Si me pregunta cuál es mi sueño, sería viajar a Egipto y poder bailar, brillar con un traje dorado y muchas monedas en mi caderín. Un Saidi, un Shaabi, un Baladi…todo lo brindaría con alegría y así podría asombrar al público, siempre acompañada por mi mamá”. Paéz también dejó algunas palabras para su tierra, Jáchal, de la que nunca se olvida. “Es una ciudad muy linda y culta y me gustaría mostrarle a mi gente cómo me he preparado para transmitir el arte de la danza árabe”, concluyó.

Patricia Ortiz
Corrección: Ailen Hernández

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