Le petit train, un paseo distinto por Marseille para llegar a Notre Dame de la Garde

Le petit train, un paseo distinto por Marseille para llegar a Notre Dame de la Garde

Uno de los recorridos más agradables que ofrece la ciudad de Marseille es el paseo en el Petit Train. Marseille es una ciudad que a lo largo de la historia ha prosperado, entre otras cosas, gracias a su puerto. Según la leyenda, ésta es la esencia de una ciudad fundada por los griegos hace más de 2600 años y que hasta mediados del siglo XIX fue muy importante gracias a su ubicación sobre el Mar Mediterráneo.

Desde el centro de esta ciudad francesa, en el Vieux-Port, el pequeño tren turístico anuncia su salida con el sonido de campanas que se escuchaba en las antiguas estaciones de tren. Un amable conductor da la bienvenida a los pasajeros y acentúa la sensación de estar en otra época.

Marseille
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El recorrido histórico comienza en la ‘terminal’ del Petit Train, en el Puerto Viejo de Marseille, con destino a la esplendorosa iglesia de Notre Dame de la Garde. En el camino pasaremos por los fuertes, la Corniche, le Vallon des Auffes y le Vallon de l´Oriol: así, poco a poco, Marseille nos descubrirá sus riquezas. Resulta muy interesante observar los Fuertes y la Abadía de San Víctor, ya que se vuelven más pintorescos al contar con las islas del Frioul como telón de fondo.

El tren asciende por la colina hasta llegar a la cima  —a 162 metros sobre el nivel del mar—, desde donde la imagen de la Virgen de la Guarda o “La BonneMère” protege la ciudad. Una vez allí, las vistas son espléndidas y se pueden apreciar las estrechas callejuelas del barrio del Panier, el Hotel Dieu —en el que se alojó alguna vez Napoleón Bonaparte—, la Plaza de Augustines y la iglesia St. Laurent. También podemos reconocer la entrada del Viejo Puerto, la Catedral y el Hospicio de la Vieille Charité del Siglo XVII. Este pintoresco paseo permite descubrir, camino a Notre Dame, el encanto del antiguo barrio de pescadores.

Marseille
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Al comenzar el recorrido podemos ver los dos fuertes de la ciudad: el de Saint Jean —San Juan— y el de Saint Nicolas: el primero a nuestra derecha y el segundo a nuestra izquierda, del otro lado de la bahía, ubicado entre el puerto, la abadía de St.Victor y el Faro. El Fuerte de San Juan tiene muchísimos siglos de historia —lo ocuparon en el siglo XIII los caballeros de la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, luego conocidos como los Caballeros de la Orden de Malta— y hoy es reconocido por su torre de planta cuadrada, construida en el año 1423.

Nos dirigimos ahora hacia el Fuerte de San Nicolás, construido en el siglo XVII por orden de Luis XIV para controlar la ciudad luego de importantes revueltas. Luego tomamos la calle que bordea la costa, la famosa Promenade de la Corniche. Una vez en ella, vemos la Playa de los Catalanes y el Vallon des Auffes.

Marseille
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Sobre el agua vemos la isla en la que está el Castillo de If y las Islas Château, donde Dumas imaginó la célebre novela El Conde de Montecristo. Son pequeñas islas rocosas, y es este paisaje de rocas blancas el que le da una especial identidad a Marseille desde el Mediterráneo.

Nos acercamos ya a Notre Dame de la Garde, que nos espera imponente en la cima de la colina de 162 metros: desde allí se puede observar toda la ciudad y uno se siente pequeño ante el edificio de 10 metros de altura que tiene delante. La primera capilla, sin embargo, data de 1214 y era muy pequeña. En el siglo XVI, el rey Francisco I ordenó construir un fuerte a su alrededor, por lo que quedó dentro de las murallas pero aún abierta a la comunidad. Durante la Revolución Francesa fue saqueada y el Fuerte se convirtió por seis meses en la prisión de algunos integrantes de la familia Borbón.

Marseille
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La construcción románico-bizantina que hoy admiramos llevó casi medio siglo y fue terminada en 1897: Notre Dame de la Gardedejó de ser una capilla para convertirse en una gran iglesia, ahora considerada monumento de la ciudad. Por dentro, los hermosos mosaicos cubren una superficie cercana a los 1200m2; el diseño estuvo inspirado en mosaicos de los siglos V y VI encontrados en Roma y Ravenna. Las franjas rojas y blancas que cubren columnas y arcos le dan al interior de esta iglesia una majestuosidad única.

Al dejar la iglesia atrás, el paseo está a punto de terminar —aunque nos gustaría pasar el día entero recorriendo la ciudad en el petit train—. Regresamos al Vieux Port y ahora contemplamos desde lejos Notre Dame de la Garde… que se ve pequeña pero imponente en la cima de la colina, coronada por la imagen de la Virgen.

Patricia Ortiz

Crédito fotográfico: Caminos Culturales 

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