Reportaje a la doctora Nilda Noemí Ferreyra, subdirectora de la Casa de San Juan en Buenos Aires.

La Casa de San Juan en Buenos Aires fue el hogar de Domingo Faustino Sarmiento. Allí  vivió con su hija Faustina y su hermana Rosario. Sarmiento creyó que que la educación es la base de las instituciones republicanas y democráticas;  sin educación, no hay formación ciudadana; sin ciudadanos, no hay república.

 

–¿Cuál  es la importancia histórica de la Casa de San Juan en Buenos Aires?

–Esta Casa tiene el privilegio de ser Monumento Histórico Nacional por ser la casa que Sarmiento ocupó en Buenos Aires junto a su familia. Él tuvo dos actividades distintas, pero complementarias. Vivió aquí luego de muchos años de lucha. Al terminar  su presidencia, decidió establecerse aquí con su hija Faustina, que estaba viuda,  y con su hermana Rosario, quien mantenía la  imagen matriarcal, tan importante para los sanjuaninos. Ella es la figura materna que cocina y que lleva la economía doméstica. En esa época, Sarmiento tenía una vida política muy intensa; ocupó el cargo de senador, fue periodista y escritor. También, lo visitaban Mitre, Nicolás Avellaneda y Aurelia Vélez, su gran amor. Llevaba una  vida familiar importante; era padre, abuelo y hermano.

–¿Cuáles son las actividades que se llevan a cabo en la Casa de San Juan?

–Además de la tarea de cumplir con las obligaciones de representar al gobierno de San Juan, con actividades de difusión turística, cultural o de  apoyo a los sanjuaninos en el área de salud y que  son las actividades que cumplen las casas de provincia en Buenos Aires, nos interesa difundir, por un lado, la  cultura sanjuanina y, por el otro,  la vida de Domingo Faustino Sarmiento.

–¿En qué año fue declarada Monumento Histórico Nacional?

–En 1948.  Fue salvada de una demolición. En agosto de este año se cumplieron sesenta y ocho años de esta declaración. Al comenzar su administración, el gobernador José Luis Gioia quiso que iniciáramos el rescate edilicio e ideológico de este lugar donde trabajan  empleados públicos provinciales. Difundimos una mística que facilita el cuidado de este espacio; si lo tomamos como una delegación simple, es una cosa y si lo manejamos como un lugar histórico, es otra.

–¿En qué están trabajando actualmente?

–En la restauración del patio, y en septiembre iniciamos tareas en el escritorio que perteneció a Sarmiento. A lo largo de los años, ha sufrido cambios. Desde 1948 fue centro de muchas actividades. Fue edificio público, dependencia del Consejo del Menor y la Familia, fue escuela, fue comisaría. Muchos años después, al cumplirse el centenario de la muerte de Sarmiento, en 1988, se terminó una de las etapas de restauración y se entregó al gobierno de San Juan para que la utilizara como delegación provincial.

–¿Cuáles son los aspectos que destaca su gestión?

–Encontramos aspectos para poner en relieve por lo que ha significado esta casa para esta ciudad. Tenemos un aljibe que no ha sido cerrado; su pozo data del siglo xix. Abastecía al vecindario y se ha conservado. Quien no lo conoce a Sarmiento no sabe que hay textos (o anécdotas)  que cuentan cómo Sarmiento acompañaba a los niños a sacar agua. Él era un hombre que disfrutaba muchísimo de la casa, del jardín, de los animales; todo ese espíritu la casa lo tiene.

–¿El mobiliario también?

–No. Todo el mobiliario fue al Museo de Belgrano y no tenemos interés en recuperarlo  porque, al ser oficina pública, no podemos tener piezas originales debido al  riesgo que implica. Allí, en el museo, la colección está muy bien mostrada y cuidada. Hoy estamos en proceso de rescate de la memoria del maestro.  En este momento, realizamos el guión histórico para que las salas de la Casa tengan la señalización que corresponde, con el fin de que quien la visite conozca los acontecimientos que sucedieron.

–¿Qué momentos de la vida de Sarmiento abarca el guión?

–Se remite un poco a la vida política y mucho a su vida familiar, que es algo que en general no se conoce de él. Sarmiento fue un padre muy dedicado a la crianza de su hija Faustina. Cuando ella nació, él tenía veinte años nada más. La madre tenía problemas y él la trajo a esta casa para hacerse cargo de la pequeña. El escritor Leopoldo Lugones es quien más ha escrito sobre estos aspectos de la vida personal. Muchas veces se reunían en el patio y tenían conversaciones divertidas junto con su hermana. Otro detalle era que él mantenía la tradición familiar:  se comía comida sanjuanina y se bebía vino de la provincia. Al ser gente del interior, mantenían sus costumbres.

¿Tuvo una educación muy estricta por parte de su madre?

–Fue educado en el respeto y en el estudio. Eso dio como resultado un carácter enérgico, pero nada cerrado. Sarmiento gustaba de reírse en  público y a carcajadas y también ha llorado en público, sin ocultar sus sentimientos. Quizás se haya ganado más de un enemigo por atreverse a decir lo que muchos pensaban y no se animaban a decir.

–¿Cuál fue la pena más grande que tuvo el gran maestro?

–La pérdida de su hijo Dominguito, sin duda. Cuando ese hijo adoptivo muere, él estaba en Estados Unidos. Sarmiento queda desgarrado y nunca se repone de la pérdida.

–¿De quién era hijo Dominguito?

–La historia oficial habla de él como hijo adoptivo, porque el único casamiento que tuvo Sarmiento fue con Benita Martínez Pastoriza. Se casó con ella cuando era viuda y ya tenía a este hijo de cuatro años. El haberlo perdido fue su mayor pena en la vida;  sus cartas así lo demuestran. Aquí, en esta casa, termina de escribir el libro Vida de Dominguito.

–¿Cómo era Paula Albarracín?

–Muy amorosa. Crió a sus hijos en medio de la austeridad, pero no era dura. Sarmiento la describe en Recuerdos de provincia con una gran dulzura. Es ella quien lo impulsa a estudiar, y su padre también. Era gente muy recta, pero no al nivel de castigo; había una conducta moral y religiosa que provenía de Paula, pero no estaba enmarcada dentro del catolicismo ortodoxo. A Sarmiento siempre se lo relaciona con un enfrentamiento con la Iglesia, pero fueron solo cuestiones políticas cuando se promueve la enseñanza obligatoria y libre. Su madre  depositaba su fe en Dios porque las mujeres en esa época quedaban solas: sus maridos iban a la guerra y necesitaban creer en alguien superior. Paula Albarracín fue quien levantó la casa en San Juan con sus tejidos; su telar era conocido en el pueblo porque por cada vara de sus tejidos ella recibía dinero.

–Esta casa en Buenos Aires, ¿ mostrará a Sarmiento como el hombre de familia que fue?

–Así es. Si nos remitimos estrictamente a esta casa, tiene el espíritu provincial sanjuanino y el espíritu del hombre amoroso que Sarmiento tuvo en lo familiar. ¡Habría que ver el tiempo que él le dedicaba a su hogar y al cultivo de las plantas!  Ese es el hombre que queremos mostrar, porque es una cara del prócer que la historia, en general, no muestra.

–Se lo conoce como un gran hacedor, un hombre que predicaba con el ejemplo. ¿Cómo lo definiría usted?

–Yo hablaría de genialidad. Eso podría ser Sarmiento: ¡un genio!  Fue auténtico e íntegro en lo moral y en lo espiritual. Considero que cuando alguien termina su paso por este mundo vale más lo que ha hecho que lo que ha dicho. Él ha realizado obras. Sí, un hacedor genial; ¡así lo definiría! Y no es un desafío lo que diré, sino una invitación: tome usted el tema que quiera: periodismo, comunicación, ecología, literatura, finanzas, constitución… Tome lo que quiera y a él lo va a encontrar.

–¡Enseñanza!

–Sí. Pero además fue un hombre que supo aprender y estuvo dispuesto a hacerlo. Es destacable su actitud que, si bien fue frontal y combativa, siempre guardó esa necesidad de conocer más. Si bien no pudo disfrutar el país que  soñó, nos dejó un legado. En parte  somos el país que somos gracias a Sarmiento.

–¿Cuáles son la próximas actividades que se realizarán en la Casa de San Juan en Buenos Aires?

–Durante  septiembre tuvimos muchas actividades en la Casa. Hace poco, un concierto en el Museo Senador Sarmiento, en el Senado, a cargo de la Orquesta Juvenil del Congreso. Los textos eran de él, porque también era un gran defensor de la música y del arte.  En octubre tendremos un homenaje, en el mes de las madres, a doña Paula Albarracín.  Compartiremos una charla sobre esa mujer que, aun siendo soltera, pudo darle a nuestro prócer  su amor y su devoción. Creemos que homenajeándola mantenemos vivo el recuerdo de su hijo: el gran maestro Domingo Faustino Sarmiento.

1 Comentario

  1. Carlos Cerimedo - 06/08/2010

    Muy buena la nota, en especial por que se la hacen a esa mujer maravillosa que es la Doctora Nilda Ferreyra y de la cual tengo la mas amplia admiración. Primero, por que es una mujer que realiza su tarea en forma servicial, Cumple con su tarea de funcionaria, pèro además le agrega eso que solo ella tiene. Cariño, desprendimiento y buena voluntad.
    Los que venimos de lejos y solicitamos algun trámite o alguna otra cosa, nos volvemos tranquilos, porquer ella se va a encargar de todo, porque es asi. Porque hace las cosas con ganas. Disculpen mi vehemencia, pero no encuntro otros calificativos. Gracias por ser mi amiga.

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