La hemofilia es conocida como un grupo de trastornos de sangrado por los cuales la sangre tarda mucho tiempo en coagular. En la mayoría de los casos se transmite de padres a hijos y, con mayor frecuencia, a los varones. Existen dos tipos que se clasifican en A y B.
OSPAÑA informa que en cualquier episodio de sangrado, diversas reacciones en el cuerpo ayudan a la formación de coágulos; a este proceso se lo llama “cascada de coagulación” y en él participan proteínas especiales llamadas factores de coagulación que en la hemofilia no se presentan porque uno o más elementos no están presentes o no están funcionando como deberían y el paciente sufre un exceso de sangrado que es el síntoma principal.
En muchos casos leves, las manifestaciones no se hacen visibles hasta que aparecen en alguna cirugía o traumatismo. En casos más severos el sangrado llega sin causa y en general ataca las articulaciones.
La hemofilia se diagnostica con mayor frecuencia después de que una persona presenta un episodio anormal de sangrado o mediante un examen de sangre. Luego del diagnóstico, el tratamiento estándar consiste en reponer el factor de coagulación faltante mediante infusiones intravenosas.
Las personas con hemofilia necesitan cuidados especiales durante una cirugía, por lo que es importante advertir del trastorno al equipo de profesionales a cargo.
