En la reunión del Rotary Club de Palermo, Antoine Thibaud presentó vinos de la bodega Ruca Malen

En la reunión del Rotary Club de Palermo, Antoine Thibaud presentó vinos de la bodega Ruca Malen

Fue un almuerzo de integración, amistad e intercambio de banderines  y regalos con clubes internacionales de Italia y de la República Eslovaca. El orador Antoine Thibaud, de la bodega Ruca Malen, hizo una degustación de cuatro vinos distintos.

La reunión conjunta del Rotary Club de Palermo y del Rotary Club de San Telmo Constitución fue presidida por María Teresa Neira, de Palermo, quien dio la bienvenida a los clubes rotarios de la República Eslovaca y a dos de Milán, Italia, cuya comitiva vino a hacer efectiva una donación.

Estuvieron presentes el gobernador del distrito, Miguel Ángel Martínez Pereyra; el presidente del R C de San Telmo Constitución, Marcelo Bubis; y René Bollag, past gobernador, quien hizo los llamados para entregar los regalos y efectuar el intercambio de banderines. A su derecha, la secretaria del Rotary de Palermo, Ludmila Plastino, y a su izquierda, el secretario de San Telmo Constitución, Sami Coronel. En otra mesa se encontraba el embajador de la República Eslovaca, señor Pabel Sipka, entre otros.

Luego de la primera campanada, llegaron palabras de bienvenida y un grato anuncio: “Nos unimos los clubes de nuestro distrito y dos de Milán para juntar el dinero que sirvió para la compra de un importante equipamiento para el hospital Álvarez,” dijo René Bollag. “Invitamos a ver lo que hemos podido hacer. Hay muchas necesidades en nuestra sociedad y llevar el distintivo rotario nos une en el afecto por la concreción de metas”.

Argentina e Italia tienen muchas cosas en común que se expresaron en esta reunión: un camino por seguir de integración, de hermanamiento, de solidaridad y de trabajo conjunto para aportar a quienes tienen carencias que muchas veces desconocemos.

“Estamos emocionados y conmovidos por el equipamiento donado a nuestro Hospital Álvarez; agradezco al aporte del Gobernador actual y a los amigos de Italia”, expresó María Teresa Neira.

Como decíamos, en un almuerzo de integración, amistad e intercambio de banderines, regalos y agradecimientos no podía faltar el buen vino, que llegó de la mano del orador Antoine Thibaud, de la bodega Ruca Malen, que hizo una degustación de cuatro vinos distintos.

Thibaud fue presentado por su amigo Carlos Schwarzberg: “Es un placer hablar de él por su gran capacidad para maridar semejante profesión, la de ser el dueño de una  compañía de software hace veinte años, y seguir con igual éxito la de la bodega fundada junto a su padre, Jean Pierre Thibaud”.

Schwarzberg subrayó que los argentinos gustan de poner nombres extranjeros a sus bodegas y los franceses eligen nombres argentinos. En 1998, Thibaud comenzó con este sueño en Mendoza, al pie de la Cordillera, y luego dedicó más tiempo hasta ser hoy quien ha desarrollado un gran conocimiento sobre los vinos en Argentina.

Mientras las copas transparentes esperaban llenarse con el vino de la bodega Ruca Malen, Antoine Thibaud inició su amena charla: “Estar en contacto con ustedes es invalorable”, y anunció el comienzo de la degustación con un Chardonnay,  seguido por un Cabernet Sauvignon. Luego, un Petit Bordeau y, finalmente, un Malbec que haría las delicias de los comensales.

Los viñedos de Ruca Malen se encuentran en Tupungato, en la localidad de Maipú. Thibaud especificó que intervienen varios factores para lograr un buen vino, aunque el suelo y el clima son fundamentales.

“Hay tres componentes principales que influyen en los vinos del mundo: la parte genética de las plantas, la variedad de varietales, la mano del hombre o la forma de cultivar, los tratamientos (la forma de la poda, el momento) y el clima, suelo o lugar, es un factor predominante; en el caso de dos varietales distintos, ¡llegamos a probar tres vinos diferentes!”.

A principios de 1800, los primeros viticultores que vinieron a Argentina eran italianos y franceses. Hoy, Argentina y la región de Cuyo son conocidas por su Malbec, vinos que se toman en grandes cantidades, y para lograr la excelente calidad, los factores climáticos hacen que sea posible cultivar muchas uvas con gran variedad. En el mundo hay varias, ¡pero Argentina tiene más!

Dos amables rotarios, Ricardo Pesce y Carlos Schwarzberg, estuvieron a cargo de servir con el primer plato un Chardonnay que, con un 30% fermentado en barrica, nos concede un aroma cítrico. A medida que lo degustamos, comenzamos a percibir la complejidad de los aromas, que es sostenida por una sutil nota de madera. “Es un vino sinuoso en boca debido a la madera; este vino no necesita azúcar”, acotó Thibaud.

El turno del Cabernet Sauvignon mereció  la explicación del clima: en Europa, la proximidad del mar hace que las zonas sean templadas y frescas, y aunque el día pueda ser caluroso, la brisa nocturna es importante para darle su característica proveniente de la fotosíntesis de las plantas que forman los ácidos y azúcares. Thibaud continuó: “En zona de viñedos no tenemos mar, y si bien estamos a 300 km del Pacífico, las tormentas se detienen en la Cordillera. El clima mendocino es bueno, pero sucede que la influencia de la temperatura la logramos con altitud y no con influencia marítima. Tenemos viticultura argentina hasta 1.300 metros sobre el nivel del mar en Mendoza (clima desértico) y más al norte, es necesario subir más: por el contrario, estos factores (tales como la amplitud térmica, noches frescas y el agua), con tecnología moderna permiten que los vinos argentinos estén entre los primeros. Al estar cerca del sol, las plantas reciben mayor cantidad de luz y las uvas maduran a pleno.

“En este vino buscamos maceración corta, color, poca carga tánica, y en él encontramos suavidad; en boca se logra esta punta negra que pertenece a vinos jóvenes. En el Cabernet se destaca  una sensación agradable, aunque no tiene mucho cuerpo”.

A esta altura del almuerzo, René  Bollag llamó a la presidente del Rotary Club de Palermo junto al presidente del Rotary Club Constitución, Marcelo Bug, para intercambiar obsequios característicos de la visita de los representantes de los clubes internacionales que desfilaron satisfechos por la labor solidaria. “Nos sentimos agradecidos por su visita y esperamos verlos pronto”, dijo Neira.

El tercer vino fue el Petit  Bordeau, que acompañó los postres. Se caracterizó por proceder de una uva con mucho color y carnosidad. Thibaud lo describió por su aroma importante, que se impuso por un aroma frutado y un poquito especiado; es el toque que responde muchas veces, en Argentina, a las buenas condiciones climáticas que hacen que llegue a madurar bien. Este riquísimo vino recibió un trofeo de oro por su aroma intenso que, en boca, nos deja una sensación de suavidad a pesar de su fuerte carga tánica.

El final de la degustación fue para el Malbec 2007, criado en barricas nuevas. Fue un vino para disfrutar: “Es un vino ejemplar”, dijo Thibaud, quien hizo una pausa para probarlo.

El gobernador de distrito, Miguel Ángel Martínez Pereyra, siguió con atención el desarrollo de la reunión rotaria y expresó su felicitación: “Ha sido un almuerzo intenso, con la presencia de amigos de Milán y de la República Eslovaca, por la degustación de vinos acompañada de una charla tan cálida. Es un honor y un gusto estar con ustedes”, manifestó, al tiempo que destacó la labor realizada en el Hospital Álvarez, un hospital de más de cien años que necesitaba un importante equipo hacía más de diez años. “Estas son las reuniones que nos permiten acercar a la gente y trabajar en compañerismo, dándonos la mano en el Rotary Club de Palermo”.

¡Toque de campana! Fin de la reunión.

Cuatro exponentes de Ruca Malen transmitieron la pasión, la excelencia y la dedicación de su presentador que “maceró” muy bien su arte en el hacer “vinos” y la mano del hombre que construye a partir de una leyenda en nuestra provincia argentina.

Patricia Ortiz

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