Solo queda saltar, la historia de dos hermanas que huyeron de la España franquista

Solo queda saltar, la historia de dos hermanas que huyeron de la España franquista

Entrevista a la reconocida escritora María Rosa Lojo, autora de “Solo queda saltar”, su última novela editada por Santillana en 2018. La historia, situada en 1948 (aunque con una segunda parte en el presente), se inspira en la experiencia de emigración de España (Galicia en particular) a la Argentina, vivida por sus padres. La obra, que puede resultar especialmente atractiva para el público juvenil, describe la relación entre las hermanas Celia e Isolina. Dos mujeres que, tomadas de la mano, huyeron de la España franquista y atravesaron el Océano para encontrar una nueva vida. La escritora recurre a su memoria y a su creatividad para recrear la vida de estas emigrantes gallegas, que se animaron a dejar atrás un pasado de miseria y lágrimas.

CC: -¿Qué historia nos cuenta “Solo queda saltar”?

MRL: -Creo que, como casi todas las novelas, termina contando varias historias entrelazadas. En el centro, o en el foco principal, están las dos hermanas: Celia, de dieciocho, e Isolina, de diez. En España no tienen ya familia viva. El presente es la miserable posguerra española. Allí aún gobierna el franquismo, que ha puesto preso a su padre. También hay otro hecho del pasado de Celia muy traumático, que aparece en sus pesadillas desde la primera página, y que se irá develando en la novela. Del otro lado del mar, las espera el hermano mayor de su madre, un tío al que nunca han visto, pero que ha mandado dinero para ayudarlas en los peores momentos. En la Argentina, por su parte, tendrán que construirse una nueva vida. Cómo lo hacen, en interacción con quiénes, hacia dónde, con qué proyección, configura el resto de la historia, que se desdobla en las dos hermanas, en dos cuadernos y en dos tiempos. El cuaderno de Celia se sitúa en el pasado, la primera etapa en la Argentina, en la época del primer peronismo. El de Isolina, setenta años más tarde, en 2018, y muestra todo el proceso en retrospectiva, al tiempo que nos instala también en el mundo presente.

Solo queda saltar
Solo queda saltar

CC: -¿Cuál fue el disparador para el título del libro?

MRL: -Pertenece a una frase que se transcribe también en la contratapa del libro, porque es una clave de lectura de toda la obra: “En el borde del mundo, en el borde de la vida, solo queda saltar. Esas alas que llevamos en secreto, cuerpo adentro, se abren únicamente cuando nos atrevemos a caer.” Es del capítulo 7, y corresponde a una evocación de Celia, que piensa en el fin de la vida de su abuela; y en cómo ese final, el de la única pariente cercana que les quedaba, las está empujando fuera de Galicia. Finisterre o Fisterra (en gallego), lugar geográfico donde viven, y también lugar simbólico, fue siempre un extremo, un borde del mundo. Si se quería seguir, había que cruzar el abismo. Sugiere una especie de huida hacia adelante, que deja de ser huida para convertirse en vuelo liberador. Llega el punto en que el Mare Tenebrarum de los antiguos, el temible mar de las tinieblas, se transforma, como decía Castelao, en el inmenso “mar da liberdade”, el mar de la libertad.

CC: -¿Los personajes están basados en una historia real?

MRL: -La historia puntual de las dos hermanas no está basada en personajes reales, pero sí en personajes posibles, verosímiles. Existe un disparador cronológico basado en la historia familiar: el año 1948, el mismo en que mis padres, cada uno por su lado, llegaron a la Argentina. También hay nombres que son de mi familia, como los de mis primas Isolina y Celia (que no emigraron), o el de mi tío Juan (que sí emigró). Otro dato curioso es que algunos personajes (como Carmen Brey, su marido, su hermano y su familia) vienen desde otras novelas (“Las libres del Sur”), y los pequeños seres inclasificables que cree ver Isolina, son las Siniguales (de “El libro de las Siniguales y el único Sinigual”). Aparecen a su vez indígenas, representantes de pueblos originarios, como en novelas anteriores. En definitiva, retornan elementos constantes que configuran mi mundo imaginario.

CC: -¿Qué proceso emocional se desarrolla desde la salida de la Galicia natal hasta la llegada a Buenos Aires?

MRL:- Hay varias palabras que podrían caracterizarlo: temor, incertidumbre, duelo, tristeza, pérdida, desgarramiento. Pero también curiosidad, esperanza, expectativa, deseo de progreso.

María Rosa Lojo
María Rosa Lojo

CC: -¿Qué motivaciones la llevaron a crear un relato en el cual se manifiestan sentimientos y recuerdos que dejó la España franquista?

MRL: -La motivación tiene que ver directamente con la historia de mi familia, ya que mis padres salieron de España en esa época, dejando una patria amada, pero donde ya no podían ni querían estar. En el paseo de las niñas por la ciudad de Buenos Aires, apelé a los recuerdos de mi propia madre, que además trabajó durante un tiempo en la librería de las grandes tiendas Harrods, descritas ahí mismo.

CC: -¿Qué mensaje brinda el texto a los jóvenes?

MRL: -No es algo que esté predeterminado. Espero que cada joven lector encuentre lo que busque o lo que necesite. La adolescencia es un momento bisagra de la vida, y me parece que el proceso de formación de estas dos hermanas puede comunicarles mucho sobre lo que les está pasando. Hay también, creo, valores que atraviesan todo el texto: la resiliencia, la búsqueda de autonomía. También el poder de la amistad y la lealtad.

CC: -¿Por qué el testimonio de Celia puede ser relevante para los jóvenes?

MRL: -Me parece que la adolescencia también es el momento en que nos formamos como lectores, de ahí que lo que leemos en esa etapa repercute sobre el resto de nuestra vida. Creo que si acceden a libros literarios que les despierten un interés especial, es porque pueden identificarse con personajes de su edad, lo que posibilita una experiencia humana y artística que quizá no olviden. Por otro lado, también me parece enriquecedor mostrar, al mismo tiempo que la afinidad de problemas, el contraste según el momento histórico. No era lo mismo ser adolescente en 1948 que serlo hoy.

CC: -¿Qué trabajo de investigación ha realizado para “Solo queda saltar”?

MRL: -El habitual para novelas de este tipo. Lectura de bibliografía histórica, ensayos, memorias, literatura, prensa de la época. Todo lo que ayuda a la reconfiguración de ambientes, de la vida cotidiana con sus costumbres y sus formas de sensibilidad. Por supuesto, la mirada es la una escritora que vive en el mundo actual. Y por eso se ponen de relieve temas que preocupan mucho en nuestro presente, como la lucha de las mujeres por conquistar un espacio propio, la violencia de género, las migraciones y el diálogo/choque de culturas.

CC: -¿Qué respuesta ha obtenido de la comunidad gallega? ¿Y de los lectores que la siguen?

MRL: -Precisamente, en estos días me llegó una devolución maravillosa de Débora Campos Vázquez, Coordinadora del grupo “Lectores Galegos”, un colectivo que funciona desde hace años en Buenos Aires. Con este texto describió la novela: “Hay libros que cuentan una historia y libros que cuentan muchas historias. También, cada tanto, hay libros que cuentan universos. La última novela de María Rosa Lojo es una de esas. Todo cabe en esas 152 páginas entrañables (…) las capas suman temas que María Rosa fue abordando y construyendo en toda su trayectoria; la historia argentina como un territorio de mestizaje y de unión; las mujeres que se edificaron a sí mismas con talento de arquitectas y de ingenieras; los pioneros que se arrimaron a un país siempre demasiado enorme y hostil; la identidad como elaboración en la que hay algo heredado, algo nuevo y algo olvidado; las tierras que se dejan y las tierras que se conquistan; los amores y los desamores; la memoria. Si no leyeron a María Rosa Lojo, aquí hay una puerta virtuosa. Si la leyeron, como nosotros los Lectores Galegos en Bos Aires, “Solo queda saltar” es un delicado álbum de fotos que nos lleva de paseo por un mundo que habitamos desde hace años y en el que siempre somos felices.

Patricia Ortiz

Más de María Rosa Lojo

Se doctoró en Letras en la Universidad de Buenos Aires, y luego entró en la Carrera de Investigador del CONICET, donde llegó a ser Investigadora Principal. Se ha dedicado especialmente al estudio de la Literatura Argentina.

Es co-fundadora y directora general de la Colección EALA, siglos XIX y XX (editorial Corregidor), la única en el país consagrada de manera exclusiva y sistemática a ediciones académicas, críticas y crítico-genéticas de literatura argentina de dos siglos, donde publicó buena parte de la obra olvidada o dispersa de Eduarda Mansilla. Fundó y dirige, en la misma editorial, la colección de Ensayo “La vida en las Pampas” dedicada a estudios y tesis sobre Literatura Argentina.

En la Universidad del Salvador (Buenos Aires) es docente del Doctorado, directora académica del Centro de Estudios Críticos de Literatura Argentina (CECLA) y de las dos colecciones que el CECLA publica: Ediciones Críticas de Literatura Argentina y Estudios Críticos de Literatura Argentina.

Su obra deinvestigación comprende los libros de ensayo La «barbarie» en la narrativa argentina (siglo XIX), Sábato: en busca del original perdido, Cuentistas argentinos de fin de siglo. Estudio Preliminar, El símbolo: poéticas, teorías, meta textos (UNAM, México), Los “gallegos” en el imaginario argentino. Literatura, sainete, prensa. (Directora, en colaboración con Marina Guidotti de Sánchez y Ruy Farías; Fundación Barrié de la Maza, Vigo); Identidad y narración en carne viva. Cuerpo, género y espacio en la novela argentina (1980-2010) (María Rosa Lojo y Michèle Soriano directoras, 2010), Leopoldo Marechal y el canon del siglo XXI (editora general y coautora; Universidad de Navarra, Pamplona).

Ha realizado otras ediciones académicas y didácticas. Es autora de más de 185 publicaciones académicas, que abarcan artículos en revistas especializadas, capítulos de libros y actas de coloquios y congresos.

Es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y miembro de honor del Instituto Literario y Cultural Hispánico de California. Desde 2017 integra el Consejo de Administración de la Fundación Sur, depositaria del legado literario de Victoria Ocampo.

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