Sarmiento en el Bicentenario

Sarmiento en el Bicentenario

Diálogo entre Nilda Ferreyra, subdirectora de Casa de San Juan, y la escritora y periodista Araceli Bellota, quienes explicaron el momento histórico de algunas frases o hechos que se construyeron en torno de la figura de Sarmiento.

Quienes rechazan la obra del prócer se basan en dos o tres frases sacadas de contexto. ¿Y cuándo dijo eso? Leamos…

N. Ferreyra: Se le adjudica un supuesto desprecio por el gaucho por su frase: “No ahorres sangre de gaucho”.

A. Bellota: Escribió esta frase en la carta dirigida a Bartolomé Mitre durante la campaña contra el Chacho Peñaloza. Él era director de la guerra y luego fue gobernador. “Hay que poner lo dicho en el contexto del momento en que federales y unitarios degollaban por igual. Al que pensaba diferente lo mataban. De manera que al estar enrolado en la lucha contra Juan Manuel de Rosas y su política dijo esa frase. Quienes lo critican por discriminar al gaucho no han leído el Facundo, un maravilloso libro con una escritura simple y concreta en la que hace una descripción del hombre y de las costumbres del campo. Esta obra difícilmente muestra una denostación del gaucho. No se refiere al natural de la tierra sino a aquel que no quería entrar y sumarse al sistema productivo y tampoco quería trabajar.

N. Ferreyra: Un segundo tema fue su excesiva admiración hacia los Estados Unidos de América. ¿A qué se debe?

A. Bellota: Cuando llega al Ministerio de Educación Chileno, es enviado a una gira por el mundo a estudiar sistemas educativos de los países avanzados. Recorre, entre otros, Brasil, Francia, España, Argelia, Italia, Alemania, Suiza, Inglaterra, EE.UU., Canadá y Cuba. Estados Unidos le produjo una gran admiración. Tengamos en cuenta que en ese tiempo no era potencia ni imperialismo; la gran potencia era Inglaterra, en Europa, y este era un continente al que él no le tenía simpatía porque decía que allí estaba lo viejo. EE.UU. tenía características similares a la Argentina.
Sostenía que podíamos desarrollarnos imitando sus costumbres. América fue colonizada en formas diferentes; los colonos que llegaron al norte lo hicieron para afincarse y producir, pero en el resto de América el objetivo era el de llevarse las riquezas sin promover la producción. Su espíritu, que amaba la libertad y la democracia, quedó encandilado con el sistema político de los Estados Unidos: “Nadie posee títulos de nobleza, no hay reyes ni feudos, existe igualdad de educación, de la persona.
Además, la industria inglesa no tiene títulos, ni conquistadores, ni reyes, ni adelantados”, escribió.

Su visión de estadista apuntaba a que la Argentina, el Paraguay y el Uruguay debían ser los Estados Unidos de América del Sur, si no Brasil, por extensión y su población, nos iba a comer, y creo que no estaba equivocado.

N. Ferreyra: ¿Por qué se sostiene que Sarmiento quería regalar la Patagonia?

A. Bellota: La Patagonia no era lo que es hoy es. Solamente un punto se podía habitar; el resto estaba poblado por los pueblos originarios. Cuando en 1847 Juan Manuel de Rosas planteó la cuestión de Chile, hacía cinco años que los chilenos habían establecido una colonia, y Sarmiento aprobó la instalación porque significaba un avance para los que la habitaban. Muchos indios estaban en connivencia con los españoles y estos los usaban como fuerza de insurrección. Los indios habían pavimentado el lugar y, a la hora de la independencia, reclamaron lo que habían arreglado con el rey, pero al hablar con los revolucionarios, estos no reconocieron las prebendas otorgadas y se resintieron. Establecer una colonia significaba dar soberanía al lugar. Chile había apoyado en el diario estas razones, pero Rosas no protestó, aunque sí lo hizo dos años después.

Sarmiento preguntó: “¿Por qué no lo hizo antes? Ellos civilizaron el lugar, lo cuidaron. Con el tiempo y al llegar a la presidencia, los chilenos quisieron apoderarse del lugar y él no admitió que usaran un artículo escrito por él cuando trabajaba para el diario chileno. “No se usará un artículo con fines diplomáticos, pero si ese pensamiento y eso significa que se pierda el territorio, ofrezco mi renuncia”, respondió. Y el Estrecho de Magallanes no se perdió.

Estas fueron partes de la historia que se dilucidaron en el espacio “Sarmiento en el Bicentenario”. Y para honrarlo con la música que a él le gustaba y que describe en Recuerdos de provincia, los alumnos de la Escuela Provincia de San Juan, de Lomas de Zamora, le dedicaron un pericón.

Patricia Ortiz


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