Pies que no paran. Juan Pablo Ledo: el joven bailarín es la primera figura del Ballet estable del Teatro Colón de Buenos Aires.

El 2008 ha sido un año de cambios. El gran exponente de la danza clásica y contemporánea internacional está entre nosotros para deslumbrarnos con sus pies, que no paran.

–¿Cuándo te diste cuenta de que querías bailar?

–Era pequeño. Mis hermanas bailaban y mi madre las enviaba a estudiar. Yo las observaba y así comencé con esta pasión. Siempre me encontré dispuesto para hacer todo tipo de deportes: fútbol, básquet, natación. Pero, al fin y al cabo, la danza era una profesión y debía cuidarme de los deportes de riesgo. Luego dejé el fútbol para no  lesionarme. Los bailarines estamos expuestos a la lesión; por ese motivo realizamos un calentamiento, una preparación, un estiramiento para meternos en onda, y requiere cuidado: hay que estar pendiente de ensayos de casi  seis horas diarias y, en vísperas de un espectáculo, son más horas.

–¿Te gusta la dirección de grupos jóvenes?

–Sí. Lo decidí a principios de año y  me puse como capitán de un grupo de quince bailarines, en el cual también bailo. La Secretaría de Cultura realizó una audición para conformar un  ballet de cámara y, de alguna manera, sirvió para ver el material de jóvenes talentos que no están trabajando en compañías privadas y que tampoco están canalizando sus expectativas. No es solo buscar un sueldo; para el artista lo más lindo es subir a un escenario. En este caso, son chicos muy jóvenes. Hicimos  BUENOS AIRES RESPIRA TANGO, presentado en el Hotel Claridge y estrenado el 12 de abril pasado en el Bauen. Y también viajamos al interior.  El grupo está fragmentado en dos para dar más posibilidades.

–¿Qué diferencia hay entre la dirección y la danza dirigida?

–Tengo experiencia en el trabajo con un grande como Julio Bocca. Con él  viajé por el mundo y me dirigió durante tres años. En el Teatro Colón tuvimos varios directores y participamos en la fiesta de los cien años de su creación. En el caso del ballet, hicimos varias performances. Cuando uno está acostumbrado a seguir una coreografía determinada (hacé tal cosa, movete o expresate así), es una presión ser director. Estoy en el piso, en la coreografía, en la ropa: me gusta cuidar los detalles.

–¿Qué es lo que más te agrada de la dirección?

–Me gusta la docencia. Sé que tengo aptitud para enseñar y me desdoblo, porque es una forma de canalizar el proyecto. Hay que saber delegar porque para eso está el equipo. Por ejemplo, el espectáculo “Danzamérica” se celebró en Villa Carlos Paz, Córdoba, desde el 30 de septiembre hasta el 12 de octubre. Participaron bailarines de distintas partes de Latinoamérica. Ha sido reconocido espectáculo de Interés Turístico/Cultural por el Gobierno Municipal de Villa Carlos Paz, de Interés Provincial por el Gobierno de Córdoba y de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación.

–¿Qué condiciones debe tener un bailarín joven elegido por un director joven?

–Hay bailarines que vienen de ocho años de muy buena escuela en el Teatro Colón. Otros, que solo tomaron estudios de danza. Si no tienen una base en escuela rusa, americana o francesa,  se nota.

–¿Es importante tener experiencia en escena?

–Definitivamente. Se nota cuando no hay escenario. Por más que tengas preparación, eso marca una diferencia. Hay algunos que tienen ganas de aprender y otros que creen que pueden bailar sin mucho esfuerzo. Exijo un gran compromiso de trabajo. No hay que hacerlo porque sí; hay que apostar a un objetivo.

–¿Dónde te gustaría estar dentro de diez años?

–No sé exactamente dónde, pero sí espero que las experiencias me llevan a otro y a otros criterios.

–¿Y qué esperás de estos alumnos?

–Evolución. Por ejemplo, en un corto plazo, vi que bailarines que ni pensaban en bailar tango lo hacen. Se buscó la intención, el mensaje el lenguaje.

–¿Por qué elegís tango?

–El tango es bien argentino y es nuestro; está presente en nuestra cultura y me lleva a querer hacer algo. Hay autores increíbles y cuando lo escucho, comienzo a crear.

–¿Cuándo sale el personaje que convierte a Pablo Ledo en otro?

–Cuando salgo a un escenario, construyo un personaje en la danza, lo preparo, lo actúo previamente.

–¿Cuándo llega la técnica que estuviste ensayando y cuándo agregás la expresión?

–Es un cúmulo de cosas. Cuando uno juega un rol, tiene que saber de qué se trata. No podemos desarrollar un personaje de carácter, ir y definirlo como romántico; está en la parte intuitiva de cada bailarín. Hay que ubicarse en la época; el repertorio clásico es un poco extraer de la Historia. Tiene años de creación, tiene que tener su estudio. Si se creó en el 1800, el ballet tiene que ser formado con un estilo pensado para la época y, cuando se repone, hay que mantener la esencia del personaje. Siempre hay que conocer al  personaje, su  vestimenta. Hay que contar la historia, el contexto,  la expresión.

–¿Cuándo te das cuenta de qué falla?

–Hay gente que no tiene la predisposición de actuar. Hacen «de»  y «no son». Si me toca hacer France en Copellia, soy France; no hago de France. Y en el escenario se debe ver su espíritu, su expresión, su calidad. Quizás hay gente que es más técnica y no artística y, en realidad, enseñar es mezclar todo.

–¿Qué  críticas le hacés a la danza argentina?

–Nuestra danza pegó un salto en los noventa con Julio Bocca, que llevó la danza y la sacó de un ámbito cerrado y elitista. Hoy es más abierta. Por supuesto, las escuelas del interior son muy diferentes y, para prepararse, los alumnos tienen que venir a Buenos Aires. Quizás la política regional es diferente. En la mayoría de los estados de los Estados Unidos, existen  compañías de danza; no tienen que trasladarse.

–¿En qué provincias se enseña danza de una manera más integral?

–Hay una buena política de enseñanza en escuelas de Tucumán y en Salta, donde se les paga a los buenos profesores de Buenos Aires. Es bueno que no se concentre aquí. También estuve en San Luis y me agradó la gran apertura que tienen: están formando un buen equipo de trabajo. Es importante que los gobiernos provinciales apoyen a la danza y que no dependa solo de nuestra ciudad. En cuanto a lo político y al desarrollo de la danza, se podría avanzar o importar literalmente el repertorio de afuera, de coreógrafos como Nacho Dubato, Valanchin, Mac Millan, Manon o Romeo y Julieta para nutrirse de estas experiencias. Aquí en Argentina, no se hace y es parte de que nuestro país se actualice. Es un tema el económico; no deja ganancias y no está en el plan político. Si hablo de mi caso, la Secretaría de Cultura me ha ayudado, pero en general, no.

–¿Cuáles son las escuelas europeas con las que te identificás?

–Tengo varias: la rusa, algo de la francesa y también la americana, ¡me encanta!, es explosiva, veloz; la tuve con Julio. No se ve aquí, es una forma diferente de moverse.

–¿Ocurrió algo en tu vida que te obligó a realizar estos cambios?

–De alguna manera, fue un año en el que cambié; antes me decían lo que debía bailar. Ahora lo bueno es decidir lo que uno quiere hacer. Siento que es mi propio camino y que Dios me lo propuso.  La carrera es corta y hay que aprovechar ahora, porque el cuerpo tiene un tiempo.

*LEDO EN EL FESTIVAL DE LA HABANA

El 1, 2 y 4 de noviembre representará al Teatro Colón en el XXI Festival Internacional de la Habana-Cuba, junto a Karina Olmedo. El festival reúne a los bailarines y a las compañías más prestigiosas en el nivel mundial. En esta oportunidad bailará Pas Classique, PIAZZOLLA EN CONCIERTO, de Julio López y Espartaco.

1 Comentario

  1. elvis - 20/12/2010

    saludos y muchas felicidades por los logros alcanzados al igual que tu, yo amo la musica el baile y esta pasion mueve a muchos de nosotros en todo el mundo, segui adelante y espero conocer y conversar con usted alguna vez gracias y muchos existos

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