Mujeres Mexicanas en el Centro Cultural Marcó del Pont

Mujeres Mexicanas en el Centro Cultural Marcó del Pont

La fotógrafa Marta Fernández ingresa en el mundo de las mujeres mexicanas y refleja con su mirada el cotidiano presente de una ciudad que las alberga y las protege.

Mujeres Mexicanas es la muestra de muchas manos que trabajan, que luchan, que descansan, que viven alegrías y tristezas siempre unidas por un hilo conductor: la sorpresa de un nuevo día que les depara, también, un nuevo desafío, ¡el de ser mujeres!

—¿Cuándo nace Mujeres Mexicanas?

—La muestra está auspiciada por la Embajada de México y por el Fondo Nacional de las Artes, que abrió su espacio en el Centro Cultural Marcó del Pont para mostrarlas. Es el resultado de un mes de recorrido por México durante el que tomé más de 3.000 fotos, postales de viajero. ¡El tiempo vuela cuando uno está lejos de su tierra!

—¿Por qué mujeres y no hombres mexicanos?

—Me impresionó la presencia de la mujer que trabaja, que hace, que es sostén y, en muchos casos, está sola en la tarea familiar: se la puede ver en la calle, en el mercado, en la iglesia. Si me refiero a las pasiones, el amor, el temor, el espanto, están presentes en el día a día. Todas somos una en este hoy soñado de ser mujer y de trabajar por los demás.

—¿Iba en busca de algo o ya lo tenía definido?

—¡Encontré muchísimo! México es impactante. Posee una cultura diversa en la que el pasado, el presente y el futuro se unen y crean una ficción cargada de significados; es mágico en sabores; es una sociedad abierta con una historia que guarda sus pirámides y su antropología. Es para mí un lugar con personalidad, sobre todo por la presencia indígena.

—¿Llevó un guión o se dejó tentar por lo que le ofrecía la ciudad?

—En esta ocasión fueron fotos de un viaje, postales de pequeñas ficciones que encierran un significado profundo: en realidad, voy al encuentro de las cosas. Si debo referirme a la obra de un personaje, lo hago con una idea prevista. Fui a un país que no conocía y retorné fascinada.

—¿Qué fue lo que más la atrajo?

—Fundamentalmente, fue la calle. Me conmovió el mercado, los productos tales como peines pintados y espejos, ancianas bordando o sentadas con ropas típicas indígenas. Es un homenaje a la mujer que ofrece la mercancía que la tierra da y que transforman.

—¿Qué ciudades recorrió?

—Del Distrito Federal, un barrio como Condesa, donde se encuentra la Casa Azul de Frida Kahlo, Xochimilco, Isla Muñecas, la Basílica de Guadalupe, además de pueblos alejados como Zacapoaxtla, Real del Monte, Acapulco, Yucatán y las pirámides mayas de Tulum. Lo azteca es parte del acervo cultural.

—¿Cómo es la mujer mexicana?

—La mujer está sola en su tarea y no la comparte; tampoco trabaja junto a sus hijos.

—¿Qué diferencia encuentra entre las argentinas y mexicanas?

—Diría que la mujer mexicana tiene mucha capacidad de juego. Hay una reforma cultural donde la gente hace rondas en la puerta de una iglesia y canta y baila sin problemas. Nosotros siempre tenemos miedo de ser; ellos son lo que son escuchando Mariachis en una plaza, disfrutando del bolero y el romanticismo simbólico, los amores cantados…

—En la muestra hay una foto de mirada ancestral.

—¡Sí! Es una abuela con un manto y una mirada profunda; mantiene una expresión de pasado y de futuro en unos niños que están jugando: la foto presenta dos planos temporales. Hay otra donde la muerte aparece como significación de un proceso. Espero que el futuro de las mujeres americanas sea más justo.

—Al observar su trabajo, siento que hace un tipo de fotografía que me lleva a un lugar familiar, sencillo y básico.

—En otra foto, elegí a una mujer espantando moscas en un mercado; sostiene un abanico en su mano. Otra ofrece su producto, es bella, expresiva y tierna en un gesto de mirar a un costado.

—Sus personajes no son mediáticos y de todos modos se destacan por un movimiento o expresión…

—Detrás de cada foto hay un trabajo no conceptual y real: no es simple, no es rebuscado, son de una belleza intensa y, por lo sencillo, ¡son hermosas! Hay monjas que charlan con una anciana, otra que las cuida. Quien mira mis fotos debe ir más allá para comunicarse con mi obra. Exige un esfuerzo; lo simple es lo más difícil, porque no está muy servido.

—En Mágico realismo no me quedo sólo con el título: me pregunto por qué realismo, por qué colores, por qué el plano…

—Así es. Hay un desarrollo; la gente se queda un rato mirando y se pregunta lo mismo.

—¿Cómo fue la inauguración del 19 de agosto?

—Hermosa y rodeada de amigos. El lugar es precioso, es una casa colonial de 1868; hay pocos lugares en Buenos Aires como este. Me acompañó el artista Raúl Ponce, dibujante, y María Sola, entre otros.

—¿Qué se llevó la gente de su presentación?

—El amor que sentí al recibirlos, la simpleza el color de México y un pedazo de mí.

—¿Cómo define a la mujer?

—La defino y la veo en la lucha diaria y en la que le espera.

—¿Cuándo se siente usted una mujer que lucha y se enriquece?, ¿en qué actos o actividades?

—Cuando fotografío, me olvido de Marta Fernández;  con la cámara en la mano me siento  completa porque es una parte más de mí.
Patricia Ortiz


•    Marta Fernández nació en Buenos Aires se dedica profesional y artísticamente a la fotografía. Se especializa en la reproducción de obras de arte, el retrato fotográfico y la fotografía testimonial.

•    Ha realizado numerosas muestras individuales en el Centro Cultural Recoleta, el Palais de Glace,  el Centro Cultural Borges y el Fondo Nacional de las Artes. En el año 1999 esta institución adquirió una parte de su trabajo sobre retratos de artistas plásticos.

•    Trabajó en periodismo gráfico en los diarios Cronista Comercial, Extra, La Prensa y en revistas como La Maga, Estímulo, Lola Mora y Golf Wiev.
Su obra forma parte de colecciones particulares del país y del extranjero.
Web:

http://artebus.com.ar/martafernandez/

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