La restauración del Templo de Jáchal reaviva las raíces de una tierra sembrada por las historias de sus habitantes

La restauración del Templo de Jáchal reaviva las raíces de una tierra sembrada por las historias de sus habitantes

Entrevista a Orlando David Sánchez, jachallero y Párroco de la Iglesia San José de Jáchal. Su labor comenzó en 2016 con una misión fundada en el amor y la esperanza. Uno de sus anhelos es rescatar el pasado y devolverle a los jachalleros uno de sus lugares más queridos. El objetivo de la restauración y reconstrucción del Templo es también rescatar y reavivar las raíces de una tierra sembrada y alimentada por las historias de sus habitantes. Así, los padres y abuelos de las nuevas generaciones podrán seguir transmitiéndoles la fe desde el lugar que tanto significa para ellos: allí fueron bautizados, tomaron la comunión, formaron sus familias. Para los jóvenes es muy importante sentir y vivir la emoción que se respira en todo Jáchal, donde cada habitante es testigo de los trabajos que se realizan día a día. En unos años, serán los jóvenes de hoy los que contarán a sus hijos y nietos historias sobre la puesta en valor del templo. Muchos sacerdotes han pasado por la comunidad de Jáchal desde 1601; hoy, sin embargo, es Orlando David Sánchez quien está a cargo, feliz de ocupar el lugar especial que Dios le ha encomendado.

La restauración del Templo de Jáchal reaviva las raíces de una tierra sembrada por las historias de sus habitantes
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C. C.: ¿Qué historias cuenta la Parroquia de San José de Jáchal, hoy en proceso de reconstrucción?  

El Santuario Diocesano, Monumento Histórico Nacional y uno de los patrimonios más importantes que tiene la provincia de San Juan ha esperado durante años este momento y finalmente podemos ver cómo se lleva a cabo su completa restauración. Los ojos de toda la comunidad hace tiempo están puestos en el hecho de que el santuario vuelva a abrir sus puertas porque es un icono de la cultura jachallera y ha sido testigo de muchos acontecimientos históricos. Jáchal, por ejemplo, fue caja de resonancia de importantes eventos como la adhesión del pueblo a la campaña libertadora del Gral. San Martín, el consentimiento para la declaración de la Independencia y las decisiones que se dirimían en la zona de Cuyo. Además, cuenta con reliquias traídas del Alto Perú, como la imagen del Santo Patrono San José, que data de 1690, y la imagen del Cristo Negro, las dos más antiguas conservadas. Esto ha hecho del santuario un lugar de peregrinación pero también un espacio de archivo en el que se reservan piezas antiguas y mucha documentación.

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C. C.: ¿Cuándo comenzaron las obras?

El 15 de octubre de 2018. Si bien se había llamado a licitación allá por el 29 de marzo de ese mismo año, esta fracasó y se hizo una adjudicación directa de acuerdo a un plan de obras que llevaba adelante La Dirección de Arquitectura del Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos. Ahora la restauración está avanzando y todos somos partícipes, no solo por vivir aquí sino por acompañar activamente el proyecto a través de la Comisión de Archivo Histórico y Patrimonio Religioso y trabajar junto a la comunidad.

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C. C: ¿Cómo fue el camino que tuvieron que recorrer para iniciar la restauración?

El templo estuvo siete años cerrado y hubo muchas idas y vueltas. El impulso dado por el Gobernador Sergio Uñac nos permite estar hoy en esta etapa. Tanto los estudios sobre el edificio como el análisis de los aspectos técnicos comenzaron en 2011, pero recién ahora empezaron las obras. La buena voluntad y la profesionalidad de la Comisión Nacional de Monumentos fueron muy importantes también. Teresa Anchorena —quien preside la Comisión—, acordó con la Arq. Andrea Blanco, Directora de Patrimonio Cultural y Natural de la provincia —que depende de la Secretaría de Cultura, a cargo de Mario Zaguirre— la realización de un proyecto que cubriera todas las demandas del edificio y también las necesidades de la gente, que anhela recuperar pronto su templo. Esta decisión implicaba adoptar los cánones de la ley antisísmica para la intervención y al mismo resguardar el diseño del edificio dada su condición de Monumento Histórico Nacional. Todo esto la hace una obra muy compleja, porque hay distintos tipos de intervenciones en una sola estructura: sustituciones, consolidaciones, restauraciones y más.

C. C.: ¿Cuál es la más compleja?

La de la restauración, porque implica consolidar las estructuras originales que deben ser conservadas. Al santuario se le han hecho distintas intervenciones a lo largo de su historia, pero en este caso la reforma está a cargo de especialistas que cuentan con una novedosa tecnología para la consolidación de los pilares centrales y de los arcos que componen la estructura central de la nave. Además, se busca fortalecer la estructura con una malla de fibra de carbono que la respete, sin modificar su naturaleza, y también estabilizar los cimientos con  micro pilotes, estructuras de compuestos más modernos que permiten avanzar con la consolidación del edificio. Es realmente un trabajo quirúrgico.

C. C.: ¿Cuándo terminarán las obras?

La ejecución llevará dos años. Antes de comenzar he visto el plan de obras y el cronograma y, en lo va de su ejecución, estamos muy satisfechos.

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C. C.: ¿Qué empresa está a cargo de la intervención?

La obra se adjudicó a Nacusi Construcciones S.R.L., una empresa que tiene una gran  trayectoria y que ya ha hecho intervenciones en otras parroquias. Conoce el lenguaje religioso y es muy respetuosa de los procesos. Además, nosotros colaboramos explicando, desde nuestra mirada, qué es lo sagrado.

C. C.: ¿Podría darnos algún ejemplo?

Sí. Hay una parte del edificio, por ejemplo, que se va a desmontar porque tiene que ver con el adobe y nosotros consideramos que ese adobe está consagrado, como los templos, por lo que es de carácter sagrado. Ese adobe lo destinamos a tres sitios muy importantes. En primer lugar, se va a utilizar para reconstruir una ermita junto a la Comisión de Archivo y Patrimonio de la parroquia, sitio al que llegó por primera vez la imagen de San José de Jáchal, y así revalorizar aquel rincón de nuestra ciudad. En segundo lugar, la idea es que el adobe que pueda rescatarse vaya a las casas de las familias, instituciones y ciudadanos que lo pidan. Se están arbitrando los medios para obtener una certificación de origen. Por último, destinaremos los escombros, lo no utilizable, a un lugar en el que queden a resguardo y al que podamos peregrinar para no olvidar los cimientos del santuario original. Hemos contado estos detalles a la empresa y los tuvieron en cuenta desde el primer momento: respetaron las cosas que consideramos valiosas y están colaborando para que podamos conservarlas y resguardarlas. Día a día, además, surgen nuevas propuestas y están abiertos a escucharnos.

C. C.: A raíz de esto, ¿cómo ha sido trabajar en conjunto con quienes cuidan y preservan el patrimonio sanjuanino?

Ha sido una gracia de Dios que todos tuviéramos un mismo sentir porque si no nada de esto habría podido lograrse. La decisión y el impulso que le dio al proyecto el Gobernador de la provincia, Sergio Uñac, y la pasión y el compromiso de todas las personas y entidades que forman parte de él —Claudia Grynszpan, ministra de Turismo y Cultura; Mario Zaguirre, a cargo de la Secretaría de Cultura; Arq. Andrea Blanco, en la  Dirección de Patrimonio Cultural y Natural—se ve reflejado en la inversión realizada y en la participación activa de las partes, que trabajaron palmo a palmo y que se pusieron de acuerdo a lo largo de varias reuniones. Todo esto bajo la atenta mirada de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos. Su presidenta, Teresa Anchorena, envió a los Arq. Fabio Grementieri y Laura Weber para que brindaran su valioso aporte al proyecto.

C. C.: ¿Se irán abriendo sectores a medida que avancen las reparaciones o esperarán a que esté todo terminado?

No lo sé. Sé que en primer lugar hay etapas que tienen que ver con el santuario y con el edificio histórico, eso es lo que llevará más tiempo. Luego están las obras complementarias que tienen que ver con el memorial que funciona como museo y lugar de interpretación histórica. La primera intervención que se hizo tiene que ver con despejar las construcciones subrepticias que fueron agregándose al santuario en diversas épocas y que han estado funcionando como dependencias parroquiales. Esta intervención nos permite hacer una relectura de lo que nos ofrece la arquitectura de la época a nivel arqueológico. Sin ir más lejos, hace poco trasladamos los restos de uno de los últimos sacerdotes sepultados allí para facilitar la intervención de los cimientos. Sabemos gracias a la tradición oral que existen sepulcros de los primeros misioneros y doctrineros que realizaron trabajos pastorales en Jáchal. A medida que avance la obra estaremos atentos y podremos adoptar una mirada histórica y arqueológica de lo que significa esta intervención.

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C. C.: ¿Qué comentarios hacen los jachalleros?

Están muy contentos: los comentarios son de mucha adhesión. Las idas y vueltas de estos años generaron angustia e incertidumbre, pero hoy hay esperanza y alegría. Involucrar a la comunidad es importante y logramos su participación gracias a la información que brindamos. Así es como se consigue una espera prudente.  Una obra de esta magnitud exige movimiento de maquinaria y hay riesgo para los peatones por ejemplo, pero la gente sigue el proceso con mucho interés. La feligresía acompaña y creo que era un poco lo que esperábamos. Durante estos años, nuestra misión ha sido hacer que todos se sintieran parte del proceso a través de la información dada y de la oración. El deseo de volver al santuario es llenar de sentido la vida de cada uno de los jachalleros.

C. C.: ¿Qué importancia tuvo entonces la celebración de los 140 años del Santuario para la comunidad jachallera?

El impacto social y cultural de este aniversario abre una bisagra para la relectura que estamos haciendo de lo que hoy somos como comunidad. Las celebraciones del 11 de septiembre de 2018 han tenido un gran impacto en el aspecto social y cultural: el templo está en el corazón de la cultura jachallera y todo esto nos lleva a nuestras raíces, tiene una raigambre en las  tradiciones, la fe y las costumbres. Por eso no es casual que Jáchal sea la cuna de la Fiesta de la Tradición y que se conserve gran parte del patrimonio intangible que tenemos.

C. C.: ¿Cuál es ese patrimonio?

El patrimonio jachallero se divide en tangible e intangible. El primero tiene que ver con los testimonios de la historia del pasado jachallero, es decir, su fuerte pujanza en cuanto a lo productivo: los molinos harineros, los pasos por circuitos productivos de la época como los arreos, los caminos de producción agrícola, la minería interna. Podemos afirmar que en nuestra historia las escuelas más antiguas son como monumentos porque han sido usinas de conocimiento. La formación académica ha sido muy importante. También destacamos el casco histórico de la villa, uno de los más antiguos de la provincia y que se conserva como patrimonio. En cuanto a lo intangible, hay mucho de su acervo cultural que tiene que ver con sus tradiciones, costumbres familiares relacionadas con la tierra y la manera de transformar sus productos. Jáchal también conserva las comidas típicas, las artesanías en tejidos, las cerámicas. El campo también es sinónimo de riqueza al hablar de la producción artesanal y sus técnicas.

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C. C.: ¿Y cuál es el valor de ese patrimonio intangible?

Es la sabiduría popular recogida por nuestros autores en distintas producciones literarias. Es un patrimonio vivo:el que habla sobre este acervo hace que llegue al resto de los lugares de la provincia, así como Jáchal también ha recibido influencias de lugares como el Alto Perú o Chile. Para nosotros, el patrimonio intangible es un modo de interpretar la vida.

C. C.: Ahora bien, en su vida, ¿cuáles cree que fueron los caminos que dispuso el Señor para que hoy sea el párroco de la Iglesia de San José de Jáchal?

Nací en Jáchal, pero los designios de Dios me llevaron a recorrer otros lugares. Con el tiempo volví y hoy me encuentro aquí en esta extraordinaria misión religiosa. En general no volvemos a nuestro lugar de origen. Yo estaba en la ciudad de San Juan y llegué a mi tierra natal en un momento difícil, un momento en el que Jáchal atravesaba situaciones sociales, políticas y económicas muy complejas, sumadas a la situación del templo. Haber superado este proceso es muy importante. El lenguaje de Dios y el de nuestro patrono San José han logrado este nuevo acercamiento, fuertemente arraigado a nuestro origen. La fe es otro de los acervos patrimoniales que tenemos, una fe que nació antes de la colonización de 1601, ya que existen testimonios de poblaciones aborígenes. Esa fe permitió la apertura de una región que es un punto estratégico por las conexiones que tiene con muchos otros sitios, pero también sirvió para conservar su fuerte identidad.

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C. C.: Por último, ¿cómo imagina, de aquí a dos años, el día de la inauguración?   

Imagino una nueva consagración del santuario con el esplendor que merece luego del arduo trabajo que hicimos y que seguiremos haciendo hasta llegar a ese día. Imagino la realización de este sentimiento de comunidad que nos embarga hoy, sobre todo con la responsabilidad de encarar un nuevo punto de partida, renovado en la esperanza y con la participación de todos los que han aportado silenciosamente desde algún lugar. Quiero dejar una parroquia que sea capaz de dialogar todos los días con la gente y que tenga sus puertas abiertas en todo momento. Esta apertura marcará un antes y un después para la región porque no hay precedentes de obras de este tipo en Jáchal y con esta restauración volverá a estar en el centro de la región. Hoy los trabajos en el santuario están en el capítulo uno, pero vivo este momento con mucha esperanza en el corazón… Y visualizo el día de la inauguración con una convocatoria masiva de gente: ¡Queremos que no falte nadie!

Patricia Ortiz

Crédito fotográfico: Caminos Culturales y Parroquia de Jáchal

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