Entrevista a Luis Fernández Mota, creador de Tierra y Tiempo de San Juan

Entrevista a Luis Fernández Mota, creador de Tierra y Tiempo de San Juan

Tierra y Tiempo de San Juan.

En el aniversario de la fundación de San Juan, Luis Fernández Mota recreó  con frescura los lugares de la provincia en 15 piezas que nos cuentan un tiempo sanjuanino que creíamos perdido.

En el Salón de los Pasos Perdidos del Honorable Congreso de la Nación, el historiador imaginó  el Acta Fundacional de la provincia de San Juan. En el 447 aniversario de su fundación, se recordó la historia de la tierra de Cuyo, que se sumó a la actividad artística que tiene la provincia (teniendo en cuenta eso de que la cultura constituye un derecho humano y se acerca, accesible, a todos los hombres por igual). El encuentro, organizado por la Casa de San Juan, por moción de los legisladores sanjuaninos, puso de manifiesto un estilo de vida y la permanencia de valores en el marco de una velada que dejó en la memoria momentos importantes que nos llevaron en un viaje imaginario a la tierra del sol, del vino y de las empanadas, de las cuecas y de los valses. Y la alegría en la voz de los solistas Mario Zaguirre, Daniel Ahún, Gustavo Troncoso y Kuky Vega, quienes estuvieron acompañados por Rolando García Gómez en guitarra y Gokú Illanes en percusión y batería. “¡Soy Sanjuanino!”, gritaron al público, que les respondió con palmas y aplausos.

Entrevista a Luis Fernández Mota, creador de Tierra y Tiempo de San Juan.

Se define como un hombre que vuelve “a las cosas simples” y se encuentra muy a gusto en su pueblo natal: Albardón. Las representativas obras del ceramista asombraron al público por sus originales temáticas sobre las costumbres, los oficios y las tareas autóctonas.

—¿Cómo vivió el día de la presentación de Tierra y Tiempo de San Juan, en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación?

—Es difícil y especial encontrarse ante tanto público culto que paseó por un lugar tan histórico. Es difícil transmitir la “esencia” de mi tierra, Albardón. Nací allí, soy hijo de españoles, hijo de ese crisol de razas que nos legó mucho. Fue emocionante para un paisano con gran simpleza de campo que se detiene en lo cotidiano. Desde mi Albardón, salí a recorrer la Argentina pero siempre volví a San Juan. Es la primera vez que presento mi trabajo en el Congreso de la Nación.

—¿Cuándo comenzó a trabajar en la recreación de las tradiciones y las costumbres sanjuaninas?

—Encontré la cerámica en forma casual, y fue por necesidad. Soy joven dentro de este mundo cerámico, porque no es cuestión de tocar una pasta y lograr una pieza. En San Juan no existía el recurso de la cerámica y así empecé a trabajar, inconscientemente, buscando características de mi pueblo. Me interesó investigar en el modelado de actividades y costumbres que dejaran un testimonio de la tierra de mis abuelos.

—¿Cómo llega a la culminación de su trabajo?

—Tomo la arcilla y la fundo en hornos a leña que transforman los colores; se puede observar el rosa pálido por fuera y el color de la tierra, la tierra de la cual quiero transmitir el reflejo de una sociedad. No podría hacerlo sin un contexto de familia. Actualmente estoy investigando para llegar a combinar diferentes tonos. Agradezco la presencia de Casa de San Juan y a la Cámara de Diputados.

—¿Cuáles fueron los temas en los que se inspiró?

—El hacer cotidiano, las tareas de campo, la añoranza de las cosas. En San Juan el regadío se hacía por goteo; una persona manejaba la corriente de agua y, a determinada hora, el riego se hacía llenando las cunetas con el agua que bajaba de las montañas. Cada vecino tenía un portero que indicaba el lugar; ¡eso es una añoranza!. Hoy el pan se compra, pero nuestras madres y abuelas lo amasaban y lo llevaban a los hornos en el fondo de las casas; era el pan con semita crujiente, y sabroso. Recuerdo el carnaval luego de las largas siestas, las grandes galerías de las casonas con fondo para el cultivo de la vid…

—¿Y la familia?

—Mi contemporaneidad me da la idea de que familia somos todos. Es un gran grupo social que se une para el carneo, la fiesta de cumpleaños de quince, las tardes disfrutando de la sombra de un árbol. Todas las imágenes las trabajo hasta lograr un contenido, un color base que juegue con otros que no rompan los que ya tenemos.

—¿Cuál es la artesanía que más le gusta?

—Me gustó la muestra entera. Fue un proceso, una gestación que no sé si volveré a reeditar. Fueron más de cinco meses armándola. Pienso que un artista evoluciona en etapas; me gustaría verla dentro de diez o quince años para conocer la evolución.

—¿Qué le gustaría dejar como testimonio de su trabajo?

—Mantener la historia. A San Juan se la conoció siempre como la ventana del mundo, el patio trasero. A través de mis piezas he tratado de llevar esta etiqueta a lo positivo y transmitir nuestras costumbres y también nuestros sentimientos: en San Juan todos nos conocemos. Me gustaría que nunca se rompieran nuestras costumbres; el sanjuanino es querendón, y se entrega; es abierto y se comunica sin vueltas.

—¿Cuál será su próximo trabajo?

—Trabajar sobre testimonios, sobre un mural de grandes dimensiones para armar el taller del ceramista y sobre un mural de doce por quince para desplazarlo en un lugar de San Juan que coincida con el Bicentenario de nuestra patria.

—¿Qué títulos encontramos en la muestra?

—Temblor es algo que es bien sanjuanino en el sentido de cómo nos agrupamos; donde va uno van todos; hay una familia abrazada que expresa esa fraternidad y esa unión. Hay otro que muestra un cajón con verduras con un chacarero. En el hogar está el asadón, la tierra, la producción y la prosperidad de las personas simples que cuidan y esperan el crecimiento de una semilla; también hay chicos que pisan el vino en las bordalesas. Hay que ver para entender el concepto de “la añoranza”.

—¿Sería como volver a la niñez?

—De algún modo, rescatarla y quedarnos con lo simple y sencillo, con las cosas buenas. Quizá haya otros que quieran vivir de otra forma. Yo quiero hacerlo así, en la tranquilidad de mi tierra.

Patricia Ortiz

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