El doctor Enrique Schcolnik es el presidente de la Fundación Schcolnik, creada en honor a su padre, "Wolf Schcolnik”

La Educación Primaria de los chicos de las escuelas rurales de nuestro país, no puede esperar.

Al doctor  Enrique Schcolnik le gusta el tango. Su lugar de  trabajo en la fundación que preside es  un despacho en el cual sus  paredes sostienen cuadros de familia, distinciones del Instituto de Packaging de Rusia, de Indonesia o de Japón. Hay dibujos de pequeños en edad escolar, con escuelas blancas y banderas que se ondulan en un mástil.  En la Fundación Schcolnik  hay  archivos con carpetas de escuelas ordenadas por provincia, los estantes ordenan  cuadernos, libros, útiles. Todo está pensado para que un día, y tal como su fundador lo desea, esos alumnos puedan formar su carácter a través de la educación. Mezclada con los recuerdos de su larga e intensa trayectoria, la sonrisa de Carlos Gardel  aparece inmensa y seductora.

– ¿Quién fue su padre?

Wolf Schcolnik era un inmigrante ruso que llegó a Buenos Aires en  el año 1912.  Comenzó siendo  un obrero, luego capataz y como era un gran  trabajador,  en el año 1919 se instaló definitivamente por su cuenta. Mi padre tenía un gran carácter y creatividad y de la nada desarrolló una industria muy importante. Lamentablemente murió a los 57 años y en ese momento, como hijo mayor me ocupé de la compañía que llevaba su nombre: «Wolf  Schcolnik.  Siendo abogado no ejercí la profesión.

– ¿Por qué?

Me recibí pero en realidad, me apasioné por lo que heredé de mi padre y siempre estuve en la industria del envase, la celulosa y el papel. Recuerdo que siendo el presidente de Schcolnik, una de las empresas más importantes del país y en el momento en que  la industria se estaba desarrollando activamente en el mundo, convocamos a 16  importantes empresas, para  formar un instituto argentino del envase;  decidimos formar  una comisión provisoria y a partir de ese año fui elegido presidente provisorio. Cada  2 años me han  reelegido, y ya pasaron….

– ¿Cuántos Institutos del Envase hay en el mundo?

Hay 80 en el mundo; ¡uno por país! Nosotros estamos en el  Instituto Argentino del Envase y con orgullo puedo decir que este es el más importante del mundo. Tiene mayor cantidad de personal, más de 20 personas trabajando y edificio propio.  El  segundo está en Japón  pero alquila en el centro de Tokio y es un lugar carísimo. He visitado todos los institutos en  Africa,  Rusia,  Alemania;  también en Indonesia, Australia, Nueva Zelanda.  Me dediqué entregado de pies y cabeza. Soy conocido en el mundo y el envase es una pasión.

– ¿Qué es lo que más le apasiona de esta actividad?

La fabricación, la creación: el envase es creatividad. Cuando vamos a un supermercado vemos que todo es envase;  de vidrio de hojalata, de cartón, con diferentes diseños, colores, formas. El envase es lo primero que miramos y  es un poderoso argumento de venta.  El packaging se desarrolla luego de la segunda mitad de siglo y cuando termina la guerra, antes no había.  En las tiendas de ramos generales, el azúcar o el arroz se guardaba solo en papel.  Hoy este mismo alimento viene envasado para que soporte  el medio ambiente. Cuando  aparece el supermercado, el envase adquiere un gran protagonismo.

-¡Es cierto: muchos productos nos impactan por su diseño!

Así es: el envase y el producto tienen  que ser buenos  y  tener un aspecto vendible porque nadie los ofrece, sino que están en las góndolas.  Usted camina por el supermercado y el envase le llama la atención;  lo mira, compra, después lo prueba y si le gusta o no, es otra cosa, pero el primer impacto es el diseño.

-¿Cuál es el diseño que le produjo mayor satisfacción?

No tengo uno solo: todo es técnica en el trabajo de loza, papel, celulosa. Me gusta usar la imaginación en cualquier rubro. ¡Todo es envase; señora!

-¡Y esta industria la comenzó su padre!

Si. De los 12 a los 15 como aprendiz, por casa y comida (malas las dos),  luego vino a Argentina y después trajo a su familia. En Rusia se escapó del servicio militar. Era corajudo y especial.  Le gustaba tratar bien a la gente. El  dedicaba los días miércoles para buscar plata para una escuela o una institución;  su misión fue cumplir con tareas comunitarias para los centros de salud, hospitales, dedicando a estas tareas gran parte de su actividad. Se las arreglaba para trabajar para los demás. Años después lo honramos en la Fundación Schcolnik, pero él es el patrono.

– ¿Cómo nació la Fundación Schcolnik?

Estaba en mi oficina en la localidad de Hurlingham. Me gusta recibir a la gente porque siempre aprendo algo;  si considero que  es una estupidez termino pronto la reunión, si es inteligente la alargo. Llegó un señor que traía un papel y decía ser el director de la Escuela Nro. 72 que estaba a una cuadra de la fábrica. Le dije que no había tal escuela.  Insistió: «Tengo el titulo de la escuela Nº 72, nos han dado el terreno fiscal, nada más, ¿qué hacemos?».  Ese terreno era  fiscal y cuando había un loteo el Estado estaba  obligado a dejar un lote para construir una escuela o una sala.

-¿Qué hicieron con ese título?

Compramos  4 tranvías viejos que ya estaban desapareciendo  y los pusimos en el terreno;  en menos de un mes construimos baños de chicos y chicas. Era febrero de 1962 y faltaba un mes para comenzar el año lectivo.  Llegamos a ese marzo con mucho esfuerzo pero los chicos tuvieron sus  clases.  Después comencé con los planos  y en el año 1963 la escuela estaba construida y llevaba el nombre de mi padre. Muy pronto vino el jardín de infantes y el gran entusiasmo acercó a  otras directoras e hicimos el centro complementario. Hoy es un complejo educativo que tiene 1500 alumnos. La llegada de ese hombre me despertó: ¿era  posible que un Ministerio de Educación enviase  con un diploma a un señor para construirla?  Ya no había marcha atrás: así comenzó mi pasión por la educación primaria.

-Que usted defiende desde su fundación…

Así es. Después de esa primera escuela vinieron otras y  construimos una fábrica en Zárate. Empezamos a recibir cartas del interior; la primera fue de La Rioja. En la actualidad la «Fundación Schcolnik» apoya a 1475  escuelas en todo el país y muy especialmente a escuelas rurales.  También  apoya a la única escuela de la Antártida, en Base Esperanza.

– ¿Cómo clasifica las necesidades  y cuáles son las prioridades?

Todos los días recibo 20 cartas;  tenemos un archivo que me da mi secretaria  que llevo a casa para trabajar el sábado y el domingo,  contesto personalmente las cartas e indico lo que hay que hacer. El lunes las devuelvo para pasarlas en  limpio y de esta manera preparamos lo que necesitan y lo  enviamos. ¡Lo peor es que cada año aumentan las demandas en escuelas muy carenciadas de Corrientes o  Santiago del Estero,  por ejemplo!

– ¿Cree usted que en otros países del primer  mundo, que ha visitado,  el trabajo de su fundación tendría sentido?

En Estados Unidos o en Europa hay entidades que ayudan. Pero la pobreza que existe en Latino América  y  en nuestro país es tremenda.  En escuelitas rurales falta agua, calefacción o baños. En lugares muy fríos como San Antonio de los Cobres en Salta o en otras localidades de San Salvador de Jujuy, se hace muy difícil enseñar y aprender.  Es toda una historia. Nosotros hacemos un trabajo pero existen otras  entidades meritorias como el grupo  de señoras católicas que lleva  50 años de actividad y quieren acelerar  las misiones rurales: todo lo que hacemos es nada, en relación a las necesidades.

-¿Envían comida, libros? ¿qué es lo que necesitan?

¡De todo: nunca mandamos tantas zapatillas como este año!  Los chicos no tienen calzado para salir y llegar al lugar de estudio; ¡es imposible que recorran más de 5 km descalzos!. En lugar de disminuir la demanda se incrementan las escuelas nuevas con sus cartas y pedidos en un promedio de 2 ó 3 semanales

– ¿Cómo reúnen el dinero para realizar esta tarea?

El Instituto Argentino del Envase, por estatuto apoya la educación y nos da una cifra mensual importante; además este espacio es gratis y nos paga los empleados de la fundación. Además mis amigos de distinto origen, incluyendo extranjeros, nos  envían dinero y con eso funcionamos. NO TENEMOS NADA QUE VER CON EL ESTADO. No perdemos tiempo: accionamos,  realizamos y no pedimos. Existe mucha burocracia y el dinero se perdería  en malas compras. Considero que no se pueden  administrar escuelas a distancia sin conocerlas.

–  ¿Cuál es el mérito de esta obra?

Que las directoras se sienten contenidas, protegidas y reconocidas. Mandan una carta y se les contesta. Si está a nuestro alcance, lo hacemos;  si no,  les decimos y buscamos otra solución.  Las señoras directoras  de una escuelita de un pueblo de Salta y de Jujuy existen porque desde aquí les enviamos una respuesta.

– ¿Y  usted, como se siente contenido?

Tengo la edad que parezco y actúo, pero he cumplido  92 años.   Generalmente me  dan veinte menos, gracias a que me gusta lo que hago y así  me mantengo activo y lúcido. En mis proyectos existen algunos  a cumplir dentro de los próximos diez años.

-¿Cuál sería el próximo?

La realización del  monumento al bandoneón en el barrio del Abasto es un proyecto que quiero llevar adelante porque lo pensamos con una característica novedosa y es que tendrá música,  es decir cuando una persona se acerca,  una célula fotosintética hace sonar una melodía. Estará preparado para hipo-acúsicos y personas que carecen de visión debido a que habrá una explicación en sistema braille.

– ¿El tango es otra de sus pasiones?

Si. Siempre me gustó el tango.  En el barrio del Abasto,  en la calle Anchorena hay una cortada donde nace una peatonal que construí  junto con la Municipalidad; allí inauguramos el monumento a Carlos Gardel. Conseguimos el dinero y lo hicimos.  Se puede ver una placa que dice: «Enrique Schcolnik, Presidente de la Asociación Amigos de la Academia Porteña del Lunfardo.   Otra entidad que presido es la «Asociación La Reina del Plata» en la cual tenemos como  Vicepresidente al  conocido Félix Luna. Esta Asociación  se ocupa de Buenos Aires y no solo del Tango.

_ ¿Formó parte de la comisión que llevó el monumento al tango a puerto madero?

No estuve. Lo fui a ver: ese grupo  le pidió a escultores que diseñen  un monumento al tango y ganó el premio una escultora que realizó un monumento al bandoneón. Y eso no es tango: ¡es bandoneón!. Yo no lo hubiese aprobado: eso no es tango.  El monumento que estamos armando es «al bandoneón». Tuvimos un concurso donde hubo escultores que proyectaron un bandoneonista aferrado a este instrumento y  se rechazó.

_ ¿Cómo ve usted a nuestro país?

En los últimos 60 años vi una decadencia permanente a través de la educación. Voté y cuando llegaron a ocupar el cargo de «presidente» no tuvieron  jerarquía para serlo.  Aquí es muy difícil y debemos detenernos a observar que hay una revolución social, un cambio,  un ambiente nuevo que pugna por tener respuestas.

_ ¿Por dónde intuye ese cambio?

Estoy en educación y deseo que nuestros diputados y senadores se pongan a trabajar en serio y no en política. El país fue aprovechado por mucha gente y durante mucho tiempo.  El plazo se agota. Veamos como sigue la novela.

_ ¿Qué es ser pionero?

Es un hombre o mujer que trabaja para el país, que no tiene nada que ver con el estado, que tiene una idea clara de futuro, que gana pero crece re invirtiendo sus ganancias. Un pionero carece de discursos,  da trabajo y ayuda a aprender un oficio. Es gente que al ayudarse, ayudaron a otros, pensando en lo que vendrá.

_ ¿Pensó en escribir sobre su vida?

Hace dos años se publicó un libro sobre mi vida que se vende en el Instituto del Envase. Hace tres o cuatro años un periodista uruguayo me dijo que debía reflejar mi vida en un libro. Estuve tres años frente a un grabador  y finalmente se publicó en Uruguay,  se trajo a Buenos Aires y  lo compra gente que me conoce y otros que no.

_ ¿Cuál es el título?

«Enrique Schcolnik,  la leyenda del Packaging».  Cuento mis viajes; me gusta mucho hablar.  Allí está mi vida.

-¿Qué admira en una persona?

Admiro la honradez.

– ¿Qué detesta?

Detesto la falsedad de la gente que dice querer  mucho y después se olvidan.

-¿Qué es la vida?

Hacer cosas, tener proyectos todo el tiempo y haber conocido a una mujer con quien formé una familia: éramos un gran matrimonio (ella murió hace 9 años) en el cual primero estaba nuestra pareja.

– ¿Cuál es su mayor virtud?

La transparencia. La gente se da cuenta cuando no la quiero y no la respeto. Lo que usted escucha y ve es tal cual.  Hay quienes no me quieren porque aunque no diga nada saben lo que siento:  me sale. Se nota cuando estoy enojado y  cuando no lo estoy: esa es mi virtud.

– ¿Qué le gustaría recibir de los chicos de las escuelitas rurales?

Mi placer es que se reciban de médicos, dentistas, arquitectos, que se proyecten. Tenemos 40 becados; 20 en secundaria y 20 en universitarios y les hemos pedido  que nos envíen su historia en una carta para volcarlo en un libro.  Uno hace lo que puede y nada más. Hay chicos que son muy buenos que pertenecen a familias que ni saben para qué los tuvieron; tengo ahijados y les envío ropa. Me preocupa la vida de los que no tienen medios. Ojalá en algún momento esta realidad cambie.

¿Cuál es el tango que más le gusta?

(Sin dudarlo) Elijo: «Ninguna».

– ¿A quién se lo dedica?
A  mi esposa.  En el cementerio, junto a su nombre,  grabé: «No habrá ninguna igual, no habrá ninguna…»
Patricia Ortiz

2 Comentarios

  1. Gladys Beatriz Rodriguez - 10/07/2018

    Gracias por esta linda nota al Dr.Enrique Scholnik, fue gratificante leerla(muy rico su contenido) Agradezco profundamente la oportunidad de tener una Educacion, gracias a la obra de la familia Scholnik,tengo el privilegio y orgullo en decir que participe, como alumna de 6 Años) en la inauguracion de la Esc.N°72 Año 1962 ,con las aulas al principio de madera . Las mejores del Mundo!!

  2. Raul Ponte - 12/09/2016

    Conoci al Dr. Enrique me ensenio mucho. Yo era muy joven y aun me acuerdo cuando llegaba los lunes y dejaba papelitos e indicaciones a muchos. Yo tuve el honor de que me diera papelitos varios anios.

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