Buenaventura Luna, su vida y su canto analiza y recopila la obra del poeta

Buenaventura Luna, su vida y su canto analiza y recopila la obra del poeta

Primera parte:

En este libro —publicado en el año 1985—, Hebe Almeida de Gargiulo, Elsa Esbry de Yanzi y Alda Frassinelli de Vera sintetizan la vida del célebre Buenaventura Luna, artista multifacético nacido en Huaco, provincia de San Juan, y analizan su vasta obra como poeta, compositor, periodista y destacadísimo folklorista.

El poeta huaqueño transmite en su obra el gran amor que sentía por su terruño —la tierra que lo vio nacer y que le regaló sus valles, montañas y ríos— y por los caminos que lo recorren, por sus costumbres y su gente, por sus aromas y comidas, por sus paisanos y sus mujeres. Pero muchas veces es la nostalgia la que se cuela en sus versos y atraviesa sus canciones: «Vallecito de Huaco donde nací / sombra del fuerte abuelo que ya se fue / a tu molino viejo quiero volver / hoy que de amarga vida probé la hiel». En esta estrofa de “Vallecito” se resume ese sentimiento de soledad y amargura que vive en él, que lo acompaña al estar lejos de su lugar en el mundo.

En 1956 —un año después de su muerte—, su cuerpo regresó a Huaco acompañado por un grupo de arrieros que participó del cortejo hasta el cementerio del pueblo y le dedicó una emotiva tonada. Así, se cumplió lo que también había cantado en “Vallecito”: «cuando me doble el cansancio de mis afanes perdidos / he de tornar a la sombra de tus viejas arboledas». Hoy descansa a la sombra de un viejo algarrobo rodeado del cariño de sus paisanos, que le devuelven en forma de celebraciones y cantos el amor que él siempre les brindó.  

Eusebio de Jesús Dojorti Roco nació el 19 de enero de 1906 en Huaco —en quechua “pozo, olla, hueco, hondonada de piedra o geda”—, pueblo de pastores y labriegos ubicadoal norte de Jáchal, provincia de San Juan. Hombre alto, de tez oscura —curtida por el sol de su amada tierra—, mirada profunda y sonrisa triste, era también dueño de una memoria “de baquiano”, valoraba muchísimo la amistad y sentía un gran amor por su madre, Urbelina Roco. Descendiente de inmigrantes irlandeses que llegaron a territorio cuyano en 1806, su verdadero apellido era Dougherty, pero con los años se americanizó y se transformó en Dojorti. Su abuelo, don Eusebio Dojorti, fue juez de paz en Paso del Lamar, y su abuela, doña Josefa Suárez, fue la creadora del molino de Piedra de Huaco. Su padre también fue una personalidad importante: fue el primer Intendente de Jáchal.

La feliz niñez campesina que vivió junto a sus padres marcó definitivamente su personalidad. Tan importante fue esa época que tomó su seudónimoartístico del nombre de un trabajador de su padre que se encargaba del ganado y era responsable del ordeñe. Buenaventura Luna supo cautivar el alma y la imaginación del pequeño Eusebio con sus relatos montañeses y, tiempo después, nuestro poeta materializó su admiración por él inmortalizándolo en su firma artística.  

Eusebio Dojorti realizó sus estudios primarios en la Escuela Nro. 26 de Huaco, donde comenzó a destacarse en las letras y en la poesía con tan solo 12 años. Más tarde, consiguió que un artículo periodístico suyo fuera publicado en el periódico jachallero “Nuevos Horizontes”. Comenzó la escuela secundaria en la Escuela Normal Fray Justo Santa María de Oro, aunque no pudo terminarla por compromisos políticos. De todas formas, leyó con dedicación obras como El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, el Martín Fierro y la Biblia, y también a los poetas del renacimiento español —Fray Luis de León y Garcilaso de la Vega—. Realizó varios viajes y conoció otras culturas, pero sin duda el ambiente jachallero y su entorno familiar fueron las mayores influencias en su formación cultural.

En su juventud, la actividad política fue una parte importante de su vida: era federalista y partidario de Federico Cantoni, caudillo y fundador de la Unión Cívica Radical Bloquista que impulsó novedosas reformas, entre ellas el voto femenino —que en San Juan se aprobó antes de 1930—. Sin embargo, las nuevas alianzas de Cantoni con los conservadores lo llevan a fundar el diario “La Montaña”, en el que publica artículos criticando a los conductores del partido y las medidas que estaban tomando. En 1932, Cantoni cierra el diario y tanto Eusebio como los principales editores son encarcelados en Tamberías, donde permanecen casi tres meses. La complicidad del guarda cárcel Rodolfo Flores —que había trabajado para su padre— les permite fugarse a Mendoza. Al regresar a San Juan en 1933 funda la “Unión Regional Intransigente” para defender el federalismo, pero luego de no conseguir un lugar como diputado provincialabandona desilusionado la política y empieza su camino artístico.

Así, nuestro poeta y cantor comenzó a producir su extensa obra en 1934 y nunca dejó de componer, hasta que la enfermedad se lo llevó físicamente en 1955. Si bien se desempeñó en distintas profesiones, lo más importante de su producción fueron los poemas y las canciones cuyanas. Cada vertiente artística tuvo características propias, pero en ambas se respira, infaltable, su amor por el terruño y por el pueblo jachallero, representado en los hombres de campo, guitarreros y arrieros que pueblan sus versos.

Caminos Culturales: Claudia Ortiz

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